Perdonar
"Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también
a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres
sus ofensas, tampoco vuestro Padrenoperdonará vuestras ofensas"
Mateo 6:14 y 15
Don Baltasar Robles era un hombre viejo, que arrastraba sus años con un gesto de hostilidad permanente en su rostro. Era un hombre adinerado, pero en realidad era el más pobre del pueblo. No tenía un solo amigo. Su carácter amargado y su trato despótico hacia los demás, le acarreaba las antipatías de todos. Don Baltasar había
crecido odiando a su padre por haberlo abandonado cuando él era muy pequeño. Su corazón se fue endureciendo más y más al paso del tiempo. Nunca se casó porque nunca fue capaz de amar, se hizo viejo,
solo, con muchos millones, pero sin tener con quien disfrutarlos...Y así murió, en medio de una espantosa soledad y sin que a nadie le importara.
Muchos seres humanos viven unas vidas miserables, vacías, llenas de soledad, a causa del rencor hacia quien les ha hecho daño. Esto los hace ser personas amargadas, negativas, resentidas, que a su vez, inconscientemente, hacen daño a otras. Cuántas veces nos habremos
preguntado ¿por qué fulanito(a) es así?...
El rencor, el odio, la amargura, son síntomas de un terrible cáncer que corroe el alma, causando heridas muy profundas. Pero este tipo de cáncer tiene cura y esta cura es el perdón. Perdonar es el acto de
sanidad mental más purificador, liberador y maduro que el ser humano puede hacer en pro de sí mismo. Sin embargo, a la gran mayoría nos cuesta mucho perdonar. Una de las razones es que muchos tenemos un
concepto equivocado del significado del perdón. Perdonar no es una señal de debilidad ni es justificar a la persona que nos hizo daño. Perdonar es liberarnos de sentimientos negativos que son un estorbo en nuestra vida, que nos roban la paz interior y que provocan muchas
enfermedades. El rencor y la falta de perdón afectan física, mental y
espiritualmente al ser humano. Por su parte, el orgullo, la autocompasión, el deseo de venganza,impiden comprender la importancia del perdón. "El que me la hace, me la paga" o el "ojo por ojo", no
deja ganancia. No eliminan el rencor, por lo tanto no nos libera de la negatividad del mismo. La venganza solo trae más carga negativa y terminamos siendo vencidos por el mal. El rencor y el odio son los autores intelectuales de muchos crímenes y abusos dentro de la sociedad actual. La mejor manera de vencer el mal, es con el bien.
Perdonar dignifica al ser humano, "Honra es para el hombre pasar por alto la ofensa",dijo el sabio Salomón.
Perdonar es una decisión. La tomamos y liberamos nuestra alma o no la tomamos y seguimos generando amargura para nuestra vida. Somos libres de decidir entre lo bueno y lo malo, libres para razonar, para tomar decisiones. La vida es corta, hay que vivirla como si cada minuto fuese
el útimo,¿qué queremos para el útimo minuto de nuestra vida?...
No existe una fórmula mágica para perdonar, pero se puede inventar
una:
"Tome usted todo resentimiento, rencor y amargura, que haya acumulado a
lo largo de toda su existencia y hágalos pedacitos.
Cave un hoyo profundo en las arenas de su pasado y entierre esos pedacitos.
(Nunca intente desenterrarlos, no son reciclables).
Una vez que haga ésto estará listo para perdonar y disfrutar de la vida de otra manera."
"Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete"
Mateo 18:21 y 22