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La naciente Luz del día, nada tiene que ver con los destellos que vieron Natalia y Cristina, cuando rápido iban a comprar pan para el desayuno familiar; comenzaban las fiestas patronales del pueblo, en honor a la Virgen del Rosario, las avellanas reventaban una tras otra; qué lindo se ponía el ambiente, a dos cuadras, los artistas terminaban la alfombra floral, las rosas blancas iban al centro. De pronto, oyeron un silbido conocido, ellas rieron, era Enrique Talavero, Nicanor más arriba hacía señas con un pañuelo, ellos las acompañarían a las fiestas, oigan!!!! sean puntuales!!! , gritaron ambas y con paso cadencioso entraron a su casa.

Por fin llegaron!!, dijo Josefa, su madre, un poco impaciente. Ve cautelosa donde tu abuela y mira si ya despertó, le indicó a Viviana, quien despacio abrió la puerta del cuarto y notó que aún dormía su abuelita, suavemente cerró la puerta y aprovechó a llamar a su padre y hermanos para tomar el desayuno. Ya todos reunidos, rompió el silencio Oscar, mencionó que iría a la fiesta con Viviana, su madre preocupada le dijo, sabes que ella vive lejos, en Montemaría; no hay problema mamá, está su primo Julián, él la llevará a su casa, además no estaré todo el tiempo con ella, después de la serenata que dan los mariachis, tocaré una melodía con mi armónica. Eso me alegra hijo, dijo el padre, a la vez que sacaba su celular; Francis,… calla a todos con un gesto, es el padre José Fabeyo Landáburi, avisando que el ensayo del coro parroquial, sería en media hora…, vamos hijos!!!, terminen de alistarse para que lleguen a tiempo. (Continuará…)