SUPER INTERESANTE, SOBRE TODO PARA QUIEN GUSTE DE LA HISTORIA.
¡Cuántos años hemos vivido engañados!
LA VERDADERA CARA DE BENITO JUAREZ GARCIA
La
pretendida idea heroica y gloriosa que ha existido, y que aún hoy
existe sobre el dirigente mexicano Benito Juárez, idea que la Historia
oficial de México nos ha vendido e inculcado con gran esmero desde hace
más de un siglo, es absolutamente incorrecta.
Parece
mentira que aún con tanto material, fuentes e investigaciones serias
disponibles, el pueblo mexicano continúe considerando a Benito Juárez
como un “héroe”, y no sólo un héroe, sino el más grande héroe que ha
tenido México. Esto habla mucho sobre el actual grado de conciencia que
posee dicho pueblo.
El Juárez histórico v.s. el Juárez mitológico
Las ideas fundamentales que nos han presentado sobre Juárez son:
-Juárez
es un notable ejemplo de esfuerzo y dedicación, ya que de ser un
humilde indígena que cuidaba rebaños, llegó por sí mismo a ser
presidente del país.
-Ejemplo de intelectualidad superior.
-Él separó a la Iglesia del Estado.
-Él es el autor de las Leyes de Reforma.
Actuó siempre apegado a la ley, la defendió y nunca permitió que la soberanía del país fuese violada.
Veamos ahora qué tan ciertas son estas aseveraciones:
Cuando
Juárez llega al poder después de la Guerra de Reforma se encarga de
instaurar un gobierno completamente “liberal” y pretendió, lo que 60
años antes se había divisado en la guerra de independencia: "una nación
donde todos los individuos fuesen iguales", ideal siempre utópico y
fantasioso y más aún en "el país de la desigualdad", como una vez
Humboldt llamara a México. Lógicamente muchas comunidades indígenas se
opusieron a ese proyecto de nación porque, con gran acierto, no se consideraban mexicanos. Entonces Juárez comenzó una seria represión en contra de estas comunidades. El presidente indio olvidó sus raíces indígenas.
Juárez
no demostró jamás estar orgulloso de su origen indígena, al contrario,
al parecer se sentía avergonzado pues por desgracia casó a toda su prole
con gente de orígenes caucásicos.
En
las elecciones presidenciales de 1871, Benito Juárez, Sebastián Lerdo
de Tejada y Profirio Díaz se presentaron como candidatos, resultando ganador Benito Juárez, aunque con evidentes fraudes electorales,
por lo que nunca fue presidente constitucional ni elegido por el
pueblo, sino que aprovechó las circunstancias de la guerra. En
respuesta, Porfirio Díaz se levantó en armas con el Plan de la Noria
para arrojar del poder a Juárez, pero fracasó. Juárez se hizo pasar por
presidente durante 11 años (1858-1864 y 1867-1872) sin ningún respeto
por la legalidad existente, más que Antonio López de Santa Anna, quien
apenas pudo sumar unos seis o siete años de gobierno. Además Juárez
salía frecuentemente del país hacia lugares como Panamá, La Habana,
Nueva Orleáns, sin permiso del congreso.
Se deshizo de sus enemigos políticos fuera de todo orden constitucional y de guerra y asesinó con toda impunidad. En cinco años, de 1867 a 1872, derramó más sangre a espaldas de la ley que el general Porfirio Díaz en treinta años.
Juárez se cansó de venderle el país a los Estados Unidos.
Con el pretexto de reconocerlo como presidente firmó tratados con
EE.UU. para que éste tuviera accesos en los pasos de Mazatlán a
Matamoros, Nogales a Guaymas y en todo el Istmo de Tehuantepec (de
Tabasco a Chiapas), cediéndole esos pasos a la soberanía de los
estadounidenses, con permiso de matar, arrestar y poseer tierras,
en el nefasto Tratado McLane-Ocampo que no se llevó a cabo por la
negativa del senado estadounidense. Juárez también pidió dinero al
gobierno de EE.UU. para que, en apoyo a las leyes de reforma, se
construyeran campos de concentración con el propósito de internar a
militares eclesiásticos y conservadores.
Acosado
por Miguel Miramón y preocupado porque los estadounidenses no le
prestaban ni un centavo, Juárez y sus esbirros se parapetaron tras las
murallas de San Juan de Ulúa, y para fortuna de ellos, los conservadores
rechazaron la propuesta de los americanos cuando éstos les ofrecieron
15 millones de dólares por la compra de Baja California, Sonora y Chihuahua,
acto seguido enviaron a Lerdo de Tejada como representante liberal ante
el embajador norteamericano comunicándoles el deseo de Juárez de que
los estadounidenses invadieran México, que
se impusiera el idioma inglés y se prohibiera la religión católica,
también propuso la “americanización” con la inmigración masiva de
norteamericanos e importar oficiales para que enseñaran al ejército
mexicano disciplina militar.
Con autorización de Juárez comenzaron a maquinar la idea de hacer de México un “protectorado” estadounidense
y concedieron todo lo que éstos pedían a cambio de asistencia económica
y militar para la noble causa liberal. Sólo que las gestiones se
estancaron momentáneamente ya que James Buchanan, presidente de EE.UU.
de ese entonces, no quería protectorados sino territorios mexicanos.
Maximiliano de Habsburgo
Casi
todas las acusaciones que se le hicieron a Maximiliano de Habsburgo,
podían con la misma facilidad hacérselas a sí mismos Juárez y sus
secuaces; pero a Juárez le interesaba demasiado la sentencia de muerte
del Emperador. Hasta supo desentenderse de la súplica que le envió el
estadounidense William H. Seward pidiendo clemencia para Maximiliano,
pero Juárez no mostró ninguna clase de ella con él cuando fue derrotado
por las tropas juaristas y fusilado en el Cerro de las Campanas en 1867.
Además
de esto, no hay que olvidar que la mayor parte de los liberales se
adhirió, con todo el pueblo, a la intervención y al Imperio. Es risible,
pues, la estúpida ley del 25 de mayo de 1862, promulgada por Juárez, en
que se declara traidores a los intervencionistas y monarquistas, es
decir, declaraba prácticamente culpables a todos los mexicanos, puesto que la autoridad de Maximiliano fue reconocida por la gran mayoría del pueblo.
Fue
así como los abusos de los liberales trajeron como consecuencia un
malestar social que fue uno de los factores más importantes de la
Revolución de 1910.
Juárez, el legislador
Juárez,
además, inició el periodo no decente de la Historia de México, haciendo
gala de ser el hombre de la Ley y la democracia, mientras burlaba el
sufragio y la Ley, gobernaba tiránicamente e impedía la educación
política del pueblo. Y, por sugerir el principio constantemente latente
en su vocabulario de que es “Ley lo que se promulga” (por impopular,
injusto e irracional que sea), resulta el primer gran falsificador en el
orden jurídico, responsable de que en México, a partir de entonces y
contra lo que exige un deber primordial, no se mire con respeto ni a la
Ley ni a las autoridades que tan frecuentemente han sido meras
falsificaciones.
Juárez fue, finalmente, uno de los principales destructores del rico patrimonio artístico y bibliográfico de México,
puesto que el 15 de julio de 1867, cuando regresó a la Ciudad de
México, su caravana destruyó obras de arte de diversos artistas como
Bartolomé Esteban Murillo, El Greco, Francisco de Zurbarán y otros
artistas más, además de que se dedicaba a saquear pueblos y conventos.
Las Leyes de Reforma y la separación entre la Iglesia y el Estado
No fue Juárez el autor de las Leyes de Reforma,
éstas fueron dadas en Estados Unidos en 1835 al también francmasón
Valentín Gómez Farías, y éstas, tan defendidas y difundidas por el
alocado juarismo, no son, a diferencia de lo que comúnmente se piensa,
la simple separación de la Iglesia y el Estado, separación que es
necesaria y completamente acertada, sino que se fue más allá,
promulgando la subordinación total de la Iglesia al Estado, despojándola
de sus bienes y libertades.
En realidad, la famosa separación entre Iglesia y Estado fue hecha por Ignacio Comonfort y Lerdo de Tejada,
no por Juárez. Juárez sólo firmó la Ley Juárez que suprimía tribunales
especiales de militares y eclesiásticos así como la anulación de su
fuero.
Juárez, francmasón
Juárez
fue ferviente en la práctica masónica. Su nombre se conserva con
veneración en diversos ritos. Muchas logias lo han adoptado como un
símbolo sagrado, casi una deidad. Prueba de ello es el fastuoso
monumento de la Ciudad de México dedicado a Juárez, que fuese construido
por los masones mexicanos para honrar eternamente a su dios invicto.
Benemérito de las Américas
Aquí queda demostrado que Benito Juárez es el mexicano más antimexicano que haya dado la historia.
Y la masonería mexicana e internacional lo celebra porque comenzó los
planes de poder y persecución de sus opositores en México y en
Latinoamérica, particularmente los eclesiásticos. Por eso es considerado
el "Benemérito de las Américas", no por otra cosa.
"Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz"
Es
un hecho ampliamente aceptado que Benito Juárez no sólo pronunció
aquella célebre frase, sino que fue original del propio Juárez.
Efectivamente
esa frase fue pronunciada por Benito Juárez en un discurso que dio
cuando regresó a la ciudad de México el 15 de julio de 1867, después de
que Maximiliano fuese fusilado. Sin embargo, la frase no es de su autoría. La frase fue escrita por Immanuel Kant en su obra La Paz Perpetua. Kant era un filósofo a quien Juárez admiraba.
Conclusión
Se
nos enseña que Juárez fue un héroe pero fue un típico presidente
mexicano. Trató de instaurar su propio concepto personal de nación,
reprimió a los pueblos indígenas, expropió los bienes de la Iglesia para
que los compraran sus secuaces en el poder, pisoteó la soberanía
nacional en beneficio de EE.UU. y todo eso desembocó en la dictadura de
Porfirio Díaz. Juárez, el idealista, le tendió la mesa al régimen de
clientelismo, represión y liberalismo económico y social que continúa
hoy sufriendo México.
http://linguapasseris.blogspot.com/[....]1/la-verdad-sobre-benito-jurez.htm
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Bibliografía.
HIS
-José Vasconcelos, Breve Historia de México.
-Armando Fuentes Aguirre, La roca y el ensueño. La otra historia de México: Juárez y Maximiliano. Ed. Diana.
-Salvador Abascal Infante, Juárez marxista, Ed. Tradición.
-Armando Ayala Anguniano, La Epopeya de México Vol. II, Fondo de cultura económica.
-José Ortiz Monasterio, Juárez el impasable (artículo de la revista Nexos, sept 2001).
¡Mexicanos!, en el acto mismo de mi muerte, os recomiendo el amor
a la patria y observancia de nuestra santa religión; ella es quien os
ha de conducir a la gloria. Muero por haber venido a ayudaros, y muero
gustoso, porque muero entre vosotros: muero con honor, no como traidor:
no quedará a mis hijos y su posteridad esta mancha: no soy traidor, no.
Agustín de Iturbide