|
De: FLAQUIS (Mensaje original) |
Enviado: 03/07/2012 05:45 |
Un
día llegó el amor, encontré a un maravilloso caballero y nos casamos.
Cuando se hizo evidente que nos casaríamos, hice el sacrificio supremo
de no comer más porotos. Algunos meses más tarde, el día de
nuestro aniversario, mi coche se estropeó de camino del trabajo a casa.
Como vivía a las afueras llamé a mi marido y le dije que llegaría tarde
porque tenía que ir caminando a casa. De camino, pasé por un pequeño
restaurante y el olor a guiso de porotos fue mas fuerte que yo. Con
varios kilómetros por delante para caminar, calculé que se me iría
cualquier efecto negativo de los porotos antes de llegar a casa, por lo
que entré y antes de que me diera cuenta, ya había tragado tres buenos
platos de guiso. De camino a casa me aseguré de liberarme de TODO el
gas. Cuando llegué, mi marido pareció excitado de verme y
gritó con gran alegría: ¡" Querida, te tengo una sorpresa para la cena
esta noche! " Él entonces me vendó los ojos y me condujo a mi silla en
la mesa. Tomé asiento y cuando estaba a punto de quitarme la venda de
los ojos, el teléfono sonó. Me hizo prometer no tocar la venda hasta que
él volviera y se fué a contestar la llamada. Los porotos
que había consumido todavía me afectaban y la presión se hacía más y
más insoportable, tanto que mientras mi marido estaba fuera, aproveché
la oportunidad, me apoyé en una pierna y dejé caer uno. No era ruidoso,
pero olía como un camión de fertilizante delante de una fábrica de pulpa
de papel. Tomé la servilleta de mi regazo y abaniqué el aire alrededor
de mí enérgicamente. Entonces, cambiando a la otra pierna, dejé escapar otros tres. ¡¡La peste era peor que la col cocinada!!!
Manteniendo mis oídos atentos a la conversación de mi marido en la
otra habitación, continué tirando unos cuantos durante otros pocos
minutos. El placer era indescriptible. Cuando mas tarde la
despedida telefónica señaló el final de mi libertad, rápidamente
abaniqué el aire unas cuantas veces más con mi servilleta, la coloqué
sobre mi regazo y doblé mis manos atrás sintiéndome muy aliviada y
complacida conmigo misma. Mi cara debe haber sido la
imagen de la inocencia cuando mi marido volvió, pidiendo perdón por
tomar tanto tiempo. Él me preguntó si yo había echado una ojeada por
debajo del vendaje de los ojos, y le aseguré que no.
En este punto, él me quitó la venda de los ojos, y doce invitados a la
cena sentados alrededor de la mesa cantaron a coro: ¡Felíz aniversario!
Y... me desmayé !!!!!!!!!!!!!!
(wii que delicada jajajajaja) Con amor... Flaquita
|
|
|
Primer
Anterior
2 a 6 de 6
Siguiente
Último
|
|
De: Irmita |
Enviado: 03/07/2012 11:10 |
¡Qué mal rato pasaría la pobre,! jajajaja
|
|
|
|
JAJAJAJAJAJAJAJA
POBRES INVITADOS
UFFF, QUE TUFILLO
ME HICISTE REIR, Y MUCHO
GRACIAS FLAQUI, LEONOR |
|
|
|
jajajjjaaaaaaaaaaajjjjjjjjjjaa
jaaaaaa
|
|
|
|
Yo creí que la sorpresa serian más
perotooosss, vaya corte la pobre
con los invitados allí, y ella
soltando gasecitossss, jejeje.
Julia
|
|
|
|
Juaaaaaaaaaaaaa, que jodidos son los maridos!!!!!!!!hasta para hacernos un homenaje nos jorobannnnnnnnnn!!.
Pobre señoraaaa.
Está buenísimo
MELITA |
|
|
Primer
Anterior
2 a 6 de 6
Siguiente
Último
|