¿Tenemos suficiente?
Independientemente de cuánto acumulemos, parece que nunca tenemos suficiente. Mientras más tenemos más queremos. Es un fenómeno que un amigo mío llama «la ley de la muñeca Barbie». «Los accesorios que una vez se consideraban opcionales se vuelven obligatorios, creando necesidades y deseos en los que nunca antes pensamos.» La mayoría de las veces llegamos al final de todo empeño y adquisición vagamente descontentos e infelices.
Henry Kissinger, antiguo Secretario de Estado de los Estados Unidos, escribió: «Para los estadounidenses, la tragedia consiste en desear mucho algo y no obtenerlo. Pero mucha gente ha tenido que aprender . . . que tal vez la peor de las tragedias sea desear mucho algo, obtenerlo, y descubrir que es vacío.»
Por otro lado, el apóstol Pablo dijo que había aprendido a contentarse: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece»(Filipenses 4:13). ¿Todo? ¿Significa eso que podía correr más rápido que una bala o saltar edificios altos? No, pero podía estar contento, ya tuviera hambre o estuviera satisfecho, ya viviera en abundancia o en necesidad.
El verdadero contentamiento viene de nuestro Señor solamente. Debemos pedirle que nos inunde con su presencia y nos fortalezca con su amor, para que podamos estar satisfechos con Él y con lo que Él ha dado. Sólo entonces podremos descansar contentos.
LA PERSONA QUE SE CONTENTA NUNCA ES POBRE; LA DESCONTENTA NUNCA ES RICA.