Decimoséptimo Domingo del tiempo ordinario
Domingo 29 de Julio/2012
PRIMERA LECTURA
DEL SEGUNDO LIBRO DE LOS Reyes
4,42-44.
Llegó un hombre de Baal
Salisá, trayendo al hombre de Dios pan de los primeros frutos: veinte panes de
cebada y grano recién cortado, en una alforja.
Eliseo dijo: "Dáselo a la gente
para que coman".
Pero su servidor respondió: "¿Cómo voy a servir esto a cien
personas?". "Dáselo a la gente para que coman, replicó él, porque así
habla el Señor: Comerán y sobrará".
El servidor se lo sirvió: todos comieron y sobró, conforme a la palabra del
Señor.
PALABRA DE DIOS
¡TE ALABAMOS SEÑOR!
SALMO 145(144),10-11.15-16.17-18.
Que todas tus obras te
den gracias, Señor,
y tus fieles te bendigan;
que anuncien la gloria de tu reino
y proclamen tu poder.
Los ojos de todos esperan en ti,
y tú les das la comida a su tiempo;
abres tu mano
y colmas de favores a todos los vivientes.
El Señor es justo en todos sus caminos
y bondadoso en todas sus acciones;
está cerca de aquellos que lo invocan,
de aquellos que lo invocan de verdad.
SEGUNDA LECTURA
DE LA CARTA DE SAN PABLO A LOS EFESIOS
4,1-6.
Yo, que estoy preso por
el Señor, los exhorto a comportarse de una manera digna de la vocación que han
recibido.
Con mucha humildad, mansedumbre y paciencia, sopórtense mutuamente por amor.
Traten de conservar la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz.
Hay un solo Cuerpo y un solo Espíritu, así como hay una misma esperanza, a la
que ustedes han sido llamados, de acuerdo con la vocación recibida.
hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo.
Hay un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, lo penetra todo y está
en todos.
PALABRA DE DIOS
¡TE ALABAMOS SEÑOR!
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGUN SAN JUAN 6,1-15.
!GLORIA A TI, SEÑOR!
Después de esto, Jesús
atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades.
Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía curando a los
enfermos.
Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos.
Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a Él y dijo a
Felipe: "¿Dónde compraremos pan para darles de comer?".
El decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer.
Felipe le respondió:
"Doscientos denarios no
bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan".
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo:
"Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero
¿qué es esto para tanta gente?".
Jesús le respondió: "Háganlos sentar".
Había mucho pasto en ese lugar.
Todos se sentaron y eran uno cinco mil hombres.
Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados.
Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron.
Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: "Recojan
los pedazos que sobran, para que no se pierda nada".
Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los
cinco panes de cebada.
Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía:
"Este es, verdaderamente, el Profeta que
debe venir al mundo".
Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra
vez solo a la montaña.
¡PALABRA DEL SEÑOR!
¡GLORIA A TI, SEÑOR JESUS!
MEDITACIÓN
El evangelio de hoy, de Juan,
el discurso del pan de vida, se desenvuelve en tres afirmaciones lógicamente
sucesivas, y la primera que presenta este texto es:
el real o verdadero “pan del cielo” no es el
maná dado una vez por Moisés, contrariamente a lo que la gente pensaba (v.31).
Es literalmente el pan que ha bajado del cielo. Dios, no Moisés, es quien da
este pan (v.32).
Jesús ha realizado signos para
revelar el sentido de su persona, pero la gente sólo lo han entendido en la
línea de sus necesidades materiales (6,26.12).
Jesús ha querido llevarnos a la
comprensión de su persona, porque sólo a través de la fe podemos entender quien
es Él y sólo así podrá donarsenos como comida: pero para hacer esto es
necesario trabajar o procurar por un alimento y una vida que no tienen término
y que son dones del Hijo del hombre (v.27)
En el desierto, nuestro Señor
multiplicó el pan, y en Caná convirtió el agua en vino. En el Altar, diariamente
ÉL mismo convierte Su Cuerpo y Su Sangre, en pan y vino, para alimentarnos el
alma.
Nos dio estos dones gratuitamente
para atraernos, con el fin de que vayamos a él y recibamos este bien muy grande
que es la Eucaristía, para dar vida eterna, vida en abundancia a nuestras
almas.
Por la lectura del Santo Evangelio,
sean perdonados nuestros pecados
¡Amén!
Recuerden que estas lecturas, están a su disposición en la sección del "Santo Evangelio Diario"