Lunes de la decimoséptima semana del tiempo ordinario 30 de julio/2012
PRIMERA LECTURA DEL LIBRO DE JEREMIAS 13,1-11.
Así me habló el Señor: "Ve a comprarte una faja de lino; te la ajustarás a la cintura, pero no la meterás en el agua". Yo compré la faja, conforme a la palabra del Señor, y me la ajusté a la cintura.
La palabra del Señor me llegó por segunda vez, en estos términos: "Toma
la faja que habías comprado y que llevas puesta a la cintura. Ve en
seguida a Perat y escóndela allí en la hendidura de una roca". Yo fui a esconderla en Perat, como el Señor me lo había ordenado.
Al cabo de muchos días, el Señor me dijo: "Ve enseguida a Perat y recoge la faja que yo te mandé esconder allí". Yo fui a Perat, cavé y recogí la faja del lugar donde la había escondido: la faja estaba estropeada, no servía para nada.
Entonces la palabra del Señor me llegó en estos términos: Así habla el Señor: De esa misma manera destruiré el orgullo de Judá y el gran orgullo de Jerusalén. Este
pueblo malvado, que se niega a escuchar mis palabras, que sigue los
impulsos de su corazón obstinado, que va detrás de otros dioses para
servirlos y postrarse delante de ellos, será como esta faja que ya no
sirve para nada.
Porque así como la
faja se adhiere a la cintura del hombre, así yo me había adherido a
toda la casa de Israel y a toda la casa de Judá -oráculo del Señor- para
que ellos fueran mi pueblo, ni renombre, mi honor y mi gloria. ¡Pero no
han escuchado!
PALABRA DE DIOS ¡TE ALABAMOS SEÑOR!
SEGUNDA LECTURA Deuteronomio 32,18-19.20.21.
Así despreciaste a la Roca que te engendró, olvidaste al Dios que te hizo nacer. Al ver esto, el Señor se indignó y desechó a sus hijos y a sus hijas.
Entonces dijo: Les ocultaré mi rostro, para ver en qué terminan. Porque son una generación perversa, hijos faltos de lealtad.
Provocaron mis celos con algo que no es Dios, me irritaron con sus ídolos vanos; yo provocaré sus celos con algo que no es un pueblo, los irritaré con una nación insensata.
PALABRA DE DIOS ¡TE ALABAMOS SEÑOR!
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGUN SN MATEO 13,31-35.
¡GLORIA A TI, SEÑOR!
También les propuso otra parábola:
"El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. En
realidad, esta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es
la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal
manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas".
Después les dijo esta otra parábola:
"El
Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer
mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa".
Todo
esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les
hablaba sin parábolas, para que se cumpliera lo anunciado por el
Profeta: Hablaré en parábolas, anunciaré cosas que estaban ocultas desde
la creación del mundo.
PALABRA DEL SEÑOR ¡GLORIA A TI, SEÑOR JESUS!
MEDITACION
Hoy, el
Evangelio nos presenta a Jesús predicando a sus discípulos. Y lo hace,
tal como en Él es habitual, en parábolas, es decir, empleando imágenes
sencillas y corrientes para explicar los grandes misterios escondidos
del Reino. Así podía entender todo el mundo, desde la gente más formada
hasta la que tenía menos luces.
«El Reino de los Cielos es
semejante a un grano de mostaza...» (Mt 13,31). Los granitos de mostaza
casi no se ven, son muy pequeños, pero si tenemos de ellos buen cuidado y
se riegan... acaban formando un gran árbol. «El Reino de los Cielos es
semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de
harina...» (Mt 13,33). La levadura no se ve, pero si no estuviera ahí,
la pasta no subiría. Así también es la vida cristiana, la vida de la
gracia: no se ve exteriormente, no hace ruido, pero... si uno deja que
se introduzca en su corazón, la gracia divina va haciendo fructificar la
semilla y convierte a las personas de pecadoras en santas.
Esta
gracia divina se nos da por la fe, por la oración, por los sacramentos,
por la caridad. Pero esta vida de la gracia es sobre todo un don que hay
que esperar y desear con humildad. Un don que los sabios y entendidos
de este mundo no saben apreciar, pero que Dios Nuestro Señor quiere
hacer llegar a los humildes y sencillos.
Ojalá que cuando nos
busque a nosotros, nos encuentre no en el grupo de los orgullosos, sino
en el de los humildes, que se reconocen débiles y pecadores, pero muy
agradecidos y confiados en la bondad del Señor. Así, el grano de mostaza
llegará a ser un árbol grande; así la levadura de la Palabra de Dios
obrará en nosotros frutos de vida eterna. Porque, «cuanto más se abaja
el corazón por la humildad, más se levanta hacia la perfección» (San
Agustín).
POR LA LECTURA DEL SANTO EVANGELIO, SEAN PERDONADOS NUESTROS PECADOS.
¡AMÉN!
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