Recuerdo cuando éramos niños, cómo en esos cuentos llenos de fantasía nos mostraban espléndidamente como un sapo, con el sólo hecho de que la princesa le diera un beso se convertía instantáneamente en príncipe azul; y hoy veo cómo miles de personas de un momento a otro como por arte de magia, despiertan de su inconsciencia y se convierten en reyes de sus propias vidas.
También con todas esas miles de historias que nos han contado de príncipes y princesas felices, que simbolizan la máxima perfección de la belleza, lo que sutilmente han ido logrando es que sintamos inconscientemente una gran frustración de no ser como ellos. Como si fuera poco, adicional a esto, los medios de comunicación nos bombardean permanentemente con imágenes de mujeres y hombres con cuerpos espectaculares, perfectamente bien vestidos, a la moda y ostentando un lujo o una posición social marcada generalmente por el poder, el dinero y el tener. Es allí donde nace esa envidia colectiva frustrante y denigrante que se manifiesta a través de la rabia, los celos, las críticas los chismes y las murmuraciones, que no van más allá de una mente enfermiza que genera tanta ansiedad, que recurren a toda costa y por todos los medios posibles parecerse o imitar a todos estos personajes, arriesgando así muchas veces sus propias vidas, en cirugías de alto riesgo y en todo tipo de tratamiento estéticos, los cuales algunas veces son practicados por gente inescrupulosa que en aras de hacer negocio con la salud y la belleza, terminan haciéndoles mucho daño a estas personas. Además también hombres y mujeres se someten a exageradas dietas, sin un adecuado seguimiento médico y esta ignorancia los está llevando a sufrir enfermedades y desequilibrios en el organismo con repercusiones graves para la salud, como son la bulimia y la anorexia y a todo tipo de sufrimientos terminando generalmente en una gran depresión.
Sin importar en qué posición estés, quién seas, donde estés o qué tengas, lo único que te puedo decir es que tú eres un rey, ya que al igual que un príncipe encantado traes todos los atributos en tu interior desde que llegaste a este mundo, pero tienes un hechizo letal que no te permite ver tu belleza excelsa, exótica y divina. El problema es que no sabes que tienes esa belleza o no lo quieres creer, pero cuando a través de la auto observación en silencio rompes ese hechizo, despiertas de tu inconsciencia y puedes ver que en tu interior está la fuerza del amor incondicional, y descubres por primera vez que la paz interior no depende de nada del exterior. Cuando comiences a vivir en este camino, la alegría desbordante te inundará, el amor se desplegará a tus pies y el miedo y la tristeza desaparecerán. En ese momento mágico, como cuando suenan las doce campanadas de media noche, entiendes que si no actúas rápidamente y utilizas tus dones, cualidades y talentos para ayudar, inspirar y servir a los demás, tu encanto y tu magia se perderán. Hasta que no llegue el momento en que la consciencia surja en ti, toda tu moralidad, tus creencias y tu cultura serán tan superficiales y falsas que cualquier persona puede influenciarte, cambiarte o fácilmente destruirte.
En cambio, cuando empiezas a actuar desde la conciencia, cualquier cosa que hagas será buena y te dará paz, amor y alegría. Por eso, para mi el mejor premio o la mejor corona que se puede obtener, es poseer esa belleza excepcional, excelsa y poderosa que va mas allá del condicionamiento, en búsqueda de aprobación y reconocimiento de la mente fría, rígida y calculadora que es además quien te hace sufrir.