Pero el agua recorre los cristales musgosamente: ignora que se altera lejos del sueño todo lo existente.
Y el reposo del fuego es tomar forma con su pleno poder de transformarse. Fuego del aire y soledad del fuego al incendiar el aire que es de fuego Fuego es el mundo que se extingue y prende para durar (fue siempre) eternamente.
Las cosas hoy dispersas se reúnen y las que están más próximas se alejan: soy y no soy aquel que te ha esperado en el parque desierto una mañana junto al río irrepetible adonde entraba (y no lo hará jamás, nunca, dos veces) la luz de octubre rota en la espesura.
Y fue el olor del mar: una paloma como un arco de sal ardió en el aire. No estabas, no estarás, pero el oleaje de una espuma remota confluía sobre mis actos y sobre mis palabras (únicas nunca ajenas, nunca mías): el mar que es agua pura ante los peces jamás ha de saciar la sed del hombre.