Hubo un amanecer en nuestras vidas
en que vinimos desnudos a estas playas,
con la inocencia tatuada en cada gesto
y con la pureza intacta sobre el alma.
Cambiamos nuestros ritmos arteriales
porque fuimos cambiando el equipaje;
nos crecieron apetencias materiales
que confundieron la esencia de este viaje.
De este viaje tan breve, por la tierra,
donde debimos ser ángeles unidos,
pero nos gustó mucho más la competencia
donde perdimos los valores que trajimos.
Fuimos ángeles cuando nacimos
disfrutamos de todo sin tenerlo todo
y nos volvimos de pronto, sin sentido,
en adultos ejerciendo nuevos modos.
Apurados por la urgencia, nos movemos,
eludimos usar nuestra empatía,
y en esta tonta carrera, envejecemos,
sin comprender que es efímera la vida.
Por el yo, el ya, la imagen, nos preocupamos,
nos sacrificamos, sin vivir humanamente
y ni siquiera aprendemos que es de paso,
el camino que se acaba de repente.
Hubo un tiempo ideal cuando nacimos
inocentes, puros, felices y desnudos,
con el pasar del tiempo todo lo perdimos...,
pero al morirnos, sólo llevaremos el saludo.
Alma Mateos Taborda
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