PARA MIS AMIGOS LOS ANCIANOS
No es viejo aquel que pierde su cabello...
es viejo el que pierde su esperanza.
No es viejo el que lleva en su corazón el amor siempre ardiente.
No es viejo el que mantiene su Fe en sí mismo...
el que vive sanamente alegre convencido de que...
para el corazón puro... no hay edad.
El cuerpo envejece...
pero no la actividad creadora del espíritu.
Para el profano la ancianidad es invierno...
para el sabio es la estación de la cosecha.
El crepúsculo de la vida trae consigo su propia lámpara.
Hay una primavera que no vuelve jamás y otra que es eterna.
La primera es la juventud del cuerpo...
La segunda es la juventud del alma.
Cuando una noble vida se ha preparado para la vejez...
no es la decadencia la que ésta recuerda.
La vejez elabora los primeros destellos de la inmortalidad.
Es estupendo ver que un viejo asume...
la segunda parte de su vida con coraje e ilusión como la primera.
Para ello tendrá que empezar por aceptar...
que el sol del atardecer es tan importante...
como el del amanecer y el del mediodía,
auque su calor sea muy distinto.
El sol no se averguenza de ponerse...
no siente nostalgía de su brillo matutino...
no piensa que las horas del día lo estan echando del cielo.
No se experimenta menos luminoso...
ni menos hermoso por comprobar que el ocaso se apróxima.
No cree que su reflejo sobre los edificios...
sean menos importante o necesario.
Cada hora tiene su gozo...el sol lo sabe y cumple hora a hora su tarea.
Si todos los ancianos entendieran...
que ver y escuchar su risa...es tan hermoso...
que en mi sana envidia...deseo ya... "ser un anciano".
Autor: José de Jesus
Ketty
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