Quien pudiera dormirse, como se duerme un niño; sonreírle al ensueño del goce y el dolor, y soñar con amigos y soñar el cariño, y hundirse, poco a poco, en un sueño mayor.
Y cruzar por la vida sonambulescamente, los ojos muy abiertos sobre un mundo interior, con los labios sellados, mudos eternamente, atento sólo al ritmo del propio corazón…
Y pasar por la vida sin dejar una huella… Ser el pobre arroyuelo que se evapora al sol… Y perderse una noche, como muere una estrella que ardió millares de años, y que nadie la vio
Carlos Mondaca Cortés.
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