Todo en mi vida es un presentimiento. Soy como hoja medio desprendida que ya la agita, sin llegar el viento; una hoja temblorosa y conmovida.
Amo, sin verla, clara imagen pura; y mis ansias, mi angustia y mi tristeza, sólo esculpen y buscan en la dura realidad de la vida a la belleza.
Yo sabré quién espera y quién llama, animando el misterio y escondida, cuando esta fiebre que a mi ser inflama, ciña, por fin, la forma apetecida.
De amor humano hacia el amor divino, voy labrando, sin tregua, mi camino.
Pedro Prado
|