“LOS DOS MAESTROS”
Autor: Arnaldo Quispe
Cuenta la historia de Mario, un joven psicólogo muy entusiasmado con la idea de crecer espiritualmente. Uno de sus profesores de universidad conocedor del asunto le había recomendado dos maestros que pasaban por la ciudad a dictar seminarios una o dos veces al año.
Busca al primero al azar. Era un psicólogo inglés al cual le precedía un gran currículo, estudios en las escuelas místicas de la India y Japón, con varios linajes de afamados maestros todos orientales, es más, con masters y doctorados en psicología en Oxford y Cambridge. Era asombroso estar con alguien de ese nivel, que además hable cuatro idiomas, que combine las disciplinas orientales y la universalidad occidental, con libros publicados y viajes continuos por el mundo dictando seminarios y conferencias. Era lo que había estado buscando: un gurú occidental y estaba dispuesto a ahorrar o hacerse de un préstamo para inscribirse a uno de sus seminarios.
Faltando una semana para el seminario y dando ya un adelanto para el mismo, decide acudir a una conferencia que dictaría el segundo maestro al cual le habían recomendado. Pero éste era un indio quechua cuzqueño de una comunidad llamada Q’eros, que apenas hablaba español y la gente curiosa lo escuchaba igual. Grande fue su indignación al asistir a la conferencia y enterarse que éste curandero no registraba un currículo escrito, ni diplomas, ni libros publicados, ni nada material palpable, nada de nada. Mario por su formación universitaria occidental estaba decepcionado por tratar de entender a alguien que a duras penas podía leer y escribir.
Aún con el malestar dentro de sí, cuán grande fue su sorpresa al ver entre los asistentes a la conferencia al primer maestro afamado con el cual tenía ya programado hacer su primer seminario espiritual. Con esa inquietud, se acerca al maestro inglés y le pregunta -¿y usted que hace acá?, ¡me sorprende verlo entre los aprendices!. Este le responde -eso es precisamente lo que soy un aprendiz, todo lo que sé es producto de la alienación, del “copiar y pegar”, me da trabajo, fama y dinero, estoy cansado de ésta vida, con humildad vengo a conocer la verdadera espiritualidad. Y continuó -éste maestro indígena apenas sabe leer y escribir, pero conoce de los apukunas, de la pachamama, de la energía espiritual de los Andes porque vive y respira en ella, todo lo que yo sé es teoría, constructos hipotéticos basados en filosofías antiquísimas propias de las culturas y pensamiento oriental, las conozco, las domino pero en el fondo no las siento como propias. Acotó -sin embargo este hombrecito de color cobrizo conoce la llave que comunica el mundo material y el espiritual y quiero ser su discípulo, porque pienso abandonar el mundo ilusorio que me he construido y reaprender todo de nuevo.
Cuando ya era hora del comienzo de la conferencia el maestro indígena les dice a los presentes -para escucharme les pido una sola cosa, dejen de lado todo lo que saben por un momento, apaguen sus celulares y grabadoras, vamos a hablar con la madre tierra y vamos a tratar de llegar a ese punto tan difícil e inaccesible que es el corazón del hombre occidental. Luego continuó -si esto no es posible les ruego que no pierdan el tiempo en ésta conferencia ya que yo debo hablar con sus corazones fríos y duros. Al cabo de sus palabras la mitad de los presentes habían abandonado la sala. Cuando finalmente pudo comenzar el curandero, cantó unas melodías -semejantes a los icaros amazónicos- cuyas letras eran inentendibles y sin sentido, pero a medida que se escuchaba, los presentes se relajaban y entraban en un estado de trance muy agradable y armonioso, luego pasaría uno a uno en frente de los presentes dándoles la mano y abrazándolos en son de bienvenida. Mario entendió con esta experiencia que no se debe subestimar la falta de diplomas y papel escrito, que tenía que tener la mente abierta y libre de prejuicios, antes de llenarla de nuevo con tantos libros y experiencias culturales lejanas y ajenas. Al final dijo -siento que estoy comenzando a construir mi verdadera experiencia espiritual. Con el pasar del tiempo se supo que Mario y el gurú occidental eran discípulos del maestro indígena Q’ero cuzqueño.
TOMADO DE LA RED.
LOS SALUDA CON CARIÑO,
JADEmuj.