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El descanso y la renovación ocurren a muchos niveles.
Una siesta vespertina refresca el cuerpo.
Tomar tiempo después de un día ajetreado para reunirse con amigos, escuchar música o ver una película provée descanso para la mente.
Para renovar mi alma, recuerdo vincularme de nuevo con la Fuente.
Gracias a la oración y la meditación, mi espíritu se aviva y restablece.
En el Silencio, permanezco en el centro sabio y sereno de mi ser.
Allí me vuelvo consciente, me alineo con Dios y me conecto a mi Fuente.
Soy renovada y revitalizada plenamente al satisfacer las necesidades de mi cuerpo, mi mente y mi alma.
Feliz Miercoles.