Un hombre llega a casa y encuentra a su mujer llorando; entre sollozos, ella le explica:
—El farmacéutico me insultó horriblemente esta mañana por teléfono. Debí marcar muchas veces antes de que contestara y cuando lo hizo, me trató de la manera más terrible...
El marido sale furioso hacia la farmacia a reclamar por la humillación de que había sido victima su esposa, y cuando estuvo frente al farmacéutico, le exige una explicación.
El farmacéutico, con tono calmado, le contesta:
—Por favor, escuche mi versión de la historia: Esta mañana la alarma de mi despertador no sonó y me levanté tarde. No pude desayunar... salí corriendo a tomar el carro y me di cuenta de que había cerrado la puerta de mi casa dejando adentro las llaves del carro, y las de la casa. Tuve que romper una ventana para poder entrar a sacarlas.
Me subí al auto y, como iba a toda velocidad, me paró un policía y me puso la multa respectiva.
Cuando estaba a solo 4 calles de mi farmacia, se me pincho una llanta. Cuando por fin llegue a la farmacia, había una cola de gente esperándome en la puerta, la abrí y los hice pasar para atenderlos.
Al entrar en la tienda, el teléfono no paraba de sonar, pero yo no podía contestarlo.
Al abrir la caja registradora se me cayeron todas las monedas. Me tiré al piso para recogerlas y el teléfono seguía sonando. Cuando me levante, golpee mi cabeza contra el cajón abierto de la registradora y se me hizo una herida en la coronilla, perdí el equilibrio y choque contra el estante de los perfumes, que se vino abajo y se rompieron unos perfumes de los más caros.
Mientras todo esto pasaba, el teléfono seguía sonando sin parar, así que decidí contestarlo para no enloquecer. Era su esposa... Ella quería saber cómo se usaba un termómetro rectal, y le juro que lo único que hice fue explicarle cómo hacerlo diciendo: "Señora, ¡MÉTASELO POR EL CULO !!!"