SàBADO 12 DE MARZO DEL 2016
PRIMERA LECTURA
Jeremías 11,18-20
El Señor me instruyó, y comprendí, me explicó lo que hacían.
Yo, como cordero manso, llevado al matadero, no sabía los planes homicidas que contra mí planeaban: "Talemos el árbol en su lozanía, arranquémoslo de la tierra vital, que su nombre no se pronuncie más."
Pero Tú, Señor de los ejércitos, juzgas rectamente, pruebas las entrañas y el corazón; veré mi venganza contra ellos, porque a Ti he encomendado mi causa.
PALABRA DE DIOS
¡TE ALABAMOS SEÑOR!
SALMO RESPONSORIAL 7
R/.Señor, Dios mío, a Ti me acojo.
Señor, Dios mío, a Ti me acojo, líbrame de mis perseguidores y sálvame, que no me atrapen como leones y me desgarren sin remedio.
R/.Señor, Dios mío, a Ti me acojo.
Júzgame, Señor, según mi justicia, según la inocencia que hay en mí. Cese la maldad de los culpables, y apoya Tú al inocente, Tú que sondeas el corazón y las entrañas, Tú, el Dios justo.
R/.Señor, Dios mío, a Ti me acojo.
Mi escudo es Dios, que salva a los rectos de corazón. Dios es un juez justo, Dios amenaza cada día.
R/.Señor, Dios mío, a Ti me acojo.
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGùN SAN JUAN 7,40-53
¡GLORIA A Tì, SEÑOR! .
En aquel tiempo, algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de Jesús, decían:
"Éste es de verdad el profeta."
Otros decían:
"Éste es el Mesías."
Pero otros decían:
"¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?"
Y así surgió entre la gente una discordia por su causa. Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima.
Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y éstos les dijeron:
"¿Por qué no lo habéis traído?"
Los guardias respondieron:
"Jamás ha hablado nadie como ese hombre."
Los fariseos les replicaron:
"¿También vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la Ley son unos malditos."
Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo:
"¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?"
Ellos le replicaron:
"¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas."
Y se volvieron cada uno a su casa.
PALABRA DEL SEÑOR
¡GLORIA A Tì, SEÑOR JESùS!
Por la lectura del Santo Evangelio, sean perdonados nuestros pecados. Amèn
MEDITACIòN
La gente discute sobre un hombre de los que todos hablan, preguntándose si no será el Mesías.
Su palabra de autoridad, que fascina incluso a los guardias enviados para arrestarlo, no podría dejar lugar a dudas.
Pero, sin embargo, se esgrimían dos fuertes argumentos en contra.
En primer lugar, Jesús viene de Galilea, y la Escritura dice que nacería en Belén. Pero, sobre todo, el hecho de que los jefes del pueblo y los fariseos no ha creído en èl: ¿puede quizás la gente ordinaria tener otro parecer respecto a este hombre con pretensiones inauditas?
Frente a la agitación general, los que ejercen el poder y la ciencia responden con sarcasmo y desprecio, síntomas inequívocos de una reacción desmesurada dictada por el miedo a perder prestigio.
Sólo se distingue la valiente voz de Nicodemo (el que vino a ver a Jesús de noche (cf. Jn 3,1) —, que indica que la misma Ley no juzga a nadie antes de haberle escuchado. También se le tacha de ignorancia.
Y bruscamente concluye san Juan:
“Cada uno se marchó a su casa”, algunos llevando en el corazón el deseo de conocer más a Jesús; otros, con un rechazo más enconado.
Pero la Palabra no calla: todavía no había llegado su hora.
La Palabra de Dios siempre es viva, pero, ciertamente, hoy nos presenta temas particularmente impactantes.
La confesión dolorosa del profeta Jeremías nos dice hasta qué punto hay que estar dispuestos a padecer por ser fieles a Dios, sirviéndole con corazón recto.
Pero no menos chocantes son las preguntas sobre la identidad del Mesías que aparecen en el Evangelio.
Hoy también se nos pregunta, a veces angustiosamente, quién es Jesús. La gente se divide en el modo de pensar y buscar la verdad. Muchos “se marchan a su casa” encerrados en la duda o la indiferencia porque rechazan al ùnico que es capaz de unificar el corazón y los hombres.
¿Y qué decir de las amenazas, persecuciones y condenas de inocentes? Un cuadro oscuro aparece ante nuestros ojos... Sin embargo, siempre existen figuras egregias que, como Nicodemo, desafían la opinión de los “poderosos” con su indómita pasión por la verdad.
Por cierto, no fue nada fácil para los contemporáneos de Cristo creer en èl. Debe brotar en nosotros un inmenso agradecimiento hacia los que le reconocieron y siguieron, pues abrieron con su fe el camino de la salvación.
¿Dónde está hoy Jesucristo? ¿Dónde podremos reconocerlo y seguirle? Quizás sea ésta la única pregunta que nos interese, y nadie puede responder por nosotros. Leer estos textos, confrontándolos con la historia actual, significa adentrarse en la Palabra de Dios, conocer, sentir y vivir a Cristo.
Pidamos a Dios que nos abra los ojos de la fe para poder reconocer que èl da sentido a todo, desde el momento en que està siempre Presente al lado de todo ser humano en Su Divino Hijo Amado, el Santo, el Inocente, el Cordero manso llevado por nosotros al matadero.
Pìdamos a Dios que haga que vivamos para Jesùs y nos adhiramos a Su Palabra, en la que creemos y en la que queremos creer con todas nuestras fuerzas.
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