JUEVES 7 DE ABRIL DEL 2016
PRIMERA
LECTURA
Del Libro de los Hechos 5,27-33
En aquellos días, los
guardias condujeron a los apóstoles a presencia del Sanedrín, y el sumo
sacerdote les interrogó:
"¿No os habíamos
prohibido formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis llenado
Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de
ese hombre."
Pedro y los apóstoles replicaron: "Hay que obedecer a Dios
antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien
vosotros matasteis, colgándolo de un madero. La diestra de Dios lo exaltó,
haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón
de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios
da a los que le obedecen."
Esta respuesta los exasperó, y decidieron acabar con ellos.
PALABRA
DE DIOS
¡TE
ALABAMOS SEÑOR!
SALMO RESPONSORIAL 33
R/.Si el
afligido invoca al Señor, Él lo escucha.
Bendigo al Señor en todo
momento, su alabanza está siempre en mi boca. Gustad y ved qué bueno es el
Señor, dichoso el que se acoge a Él.
R/.Si el afligido invoca al Señor, Él lo
escucha.
El Señor se enfrenta con los
malhechores, para borrar de la tierra su memoria. Cuando uno grita, el Señor lo
escucha y lo libra de sus angustias.
R/.Si el afligido invoca al Señor, Él lo
escucha.
El Señor está cerca de los
atribulados, salva a los abatidos. Aunque el justo sufra muchos males,de todos
lo libra el Señor
R/.Si el afligido invoca al Señor, Él lo
escucha.
LECTURA DEL
SANTO EVANGELIO SEGùN SAN JUAN 3,31-36.
¡GLORIA
A Tì, SEÑOR!
El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la
tierra es de la tierra y habla de la tierra.
El que viene del cielo está
por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta
su testimonio. El que acepta su testimonio certifica la veracidad de Dios.
El que Dios envió habla las
palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida.
El Padre ama al Hijo y todo
lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no
crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.
PALABRA
DEL SEÑOR
¡GLORIA
A Tì, SEÑOR JESùS!
Por
la lectura del Santo Evangelio, sean perdonados nuestros pecados. Amèn
MEDITACIòN
El evangelio de hoy plantea
una clara diferencia entre lo que viene y habla de la tierra, y lo que viene y
habla del cielo. También nos lleva a otro pensamiento: el hombre proviene de la
tierra, y piensa y habla de un modo «terreno».
La expresión aquí se dice
mediante un lenguaje profano y un poco cruel, y se refiere a un materialismo
barato y de bajo nivel.
En la teología escolástica
se habla del conocimiento natural y sobrenatural.
Tenemos la capacidad de
conocer la verdad, una maravillosa capacidad, que por sí sola, sin embargo, no
sobre pasa el límite del horizonte humano.
Agradecemos a Dios esta facultad, es
un don Suyo, como al mismo tiempo damos gracias al Creador por habernos dado
los pies con los que caminar sobre la tierra. Los pies, sin embargo, no nos
conducen a lo alto, como tampoco la mente humana por sí sola llega a comprender
lo que la supera.
Usar y desarrollar la razón
es algo sabio, pero creer que sólo existe lo que comprendemos con la razón, es algo
absurdo.
El que viene del cielo da
testimonio de lo que ha visto y oído. El elemento fundamental del Antiguo y del
Nuevo Testamento es la idea de la revelación.
Las revelaciones de las que
habla la Biblia son, sobre todo, iluminaciones de la mente, que nos capacitan
para reconocer como verdaderas, cosas que la razón por sí sola no puede
comprender.
El católico cree en la Santísima Trinidad, confiesa que Cristo es
Dios y Hombre, que Jesús está Presente en la Eucaristía.
¿Cómo puede estar
convencido de que cosas tan inverosímiles sean verdad? Puede hacerlo porque de
Dios recibe la gracia para aceptar lo que El mismo revela en su corazón. No
puede dudar de Dios, que vive y habla en su alma.
Aquel a quien Dios ha
enviado profiere las palabras de Dios.
En el catecismo de san Pío X hay una
pregunta: « ¿Qué significa creer de un modo cristiano?», La respuesta es:
«Aceptar todo lo que Dios ha revelado y lo que la Iglesia católica nos propone
que creamos».
Los teólogos distinguen
entre revelación interna y externa. La primera se da en el corazón, en la
conciencia, es personal, directa. La segunda se da en la Escritura, en el
testimonio de los hombres. Es, por tanto, indirecta.
Los apóstoles reciben de Cristo
la misión de ir por todo el mundo para dar testimonio de lo que han visto y
oído. ¿Podemos creerles?
Creemos lo que la Iglesia
dice porque estamos convencidos de que en Ella hay hombres enviados por Dios
para anunciar al mundo su buena noticia.
Se trata de un anuncio que
no siempre es agradable para los oídos humanos; se necesita ser valiente para
hablar, para decir cosas que contradicen la mentalidad del mundo y que el mundo
no quiere escuchar.
Precisamente esta contradicción es el signo de que el
anuncio es verdadero y de que las palabras de la Iglesia no son de la tierra,
sino del cielo.
Jesús comprende muy bien lo que habla de la tierra, que está
limitado por las condiciones humanas que lo han generado, y lo que viene del cielo,
como es la propuesta que Él encarna y que cuenta con la aprobación, el respaldo
y la intervención de Dios mismo.
El evangelio puntualiza que
quien actúa bajo la voluntad de Dios está en el cielo, y no puede congeniar con
quien tiene su conciencia identificada con otro tipo de intereses contrarios a
la voluntad de Dios.
Pidamos a Dios que nos haga
seres humanos con conciencia crítica, con capacidad de discernimiento
suficiente para optar en libertad por el proyecto que nos realice como seres
humanos sin apartarnos del plan salvífico de Dios.