JUEVES 21 DE ABRIL DEL 2016
PRIMERA LECTURA
Del libro de Hechos 13, 13-25
En aquellos días, Pablo y sus compañeros se hicieron a la mar en Pafos; llegaron a Perge de Panfilia, y allí Juan Marcos los dejó y volvió a Jerusalén.
Desde Perge siguieron hasta Antioquía de Pisidia, y el sábado entraron en la sinagoga y tomaron asiento.
Acabada la lectura de la ley y los profetas, los jefes de la sinagoga les mandaron decir:
"Hermanos, si tienen alguna exhortación que hacer al pueblo, hablen".
Entonces se levantó Pablo, y haciendo señal de silencio con la mano, les dijo:
"Israelitas y cuantos temen a Dios, escúchenme:
El Dios del pueblo de Israel eligió a nuestros padres, engrandeció al pueblo cuando éste vivía como forastero en Egipto, lo sacó de allí con todo su poder, lo alimentó en el desierto durante cuarenta años, aniquiló siete tribus del país de Canaán y dio el territorio de ellas en posesión a Israel por cuatrocientos cincuenta años.
Posteriormente les dio jueces, hasta el tiempo del profeta Samuel.
Pidieron luego un rey, y Dios les dio a Saúl, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín que reinó cuarenta años.
Después destituyó a Saúl y les dio por rey a David, de quien hizo esta alabanza: He hallado a David, hijo de Jesé, hombre según mi corazón, quien realizará todos mis designios.
Del linaje de David, conforme a la promesa, Dios hizo nacer para Israel un salvador, Jesús.
Juan preparó su venida, predicando a todo el pueblo de Israel un bautismo de penitencia, y hacia el final de su vida, Juan decía:
‘Yo no soy el que ustedes piensan. Después de mí viene uno a quien no merezco desatarle las sandalias‘ ".
PALABRA DE DIOS
¡TE ALABAMOS SEÑOR!
SALMO RESPONSORIAL 88
R/.Cantaré eternamente Tus Misericordias, Señor.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor, / anunciaré tu fidelidad por todas las edades. / Porque dije: "Tu misericordia es un edificio eterno, / más que el cielo has afianzado tu fidelidad."
R/.Cantaré eternamente Tus Misericordias, Señor.
Encontré a David, mi siervo, / y lo he ungido con óleo sagrado; / para que mi mano esté siempre con él / y mi brazo lo haga valeroso.
R/.Cantaré eternamente Tus Misericordias, Señor.
Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán, / por Mi Nombre crecerá su poder. / Él me invocará: "Tú eres mi padre, / mi Dios, mi Roca salvadora."
R/.Cantaré eternamente Tus Misericordias, Señor.
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGùN SAN JUAN 13, 16-20
¡GLORIA A Tì, SEÑOR!
En aquel tiempo, después de lavarles los pies a sus discípulos, Jesús les dijo:
“Yo les aseguro: el sirviente no es más importante que su amo, ni el enviado es mayor que quien lo envía. Si entienden esto y lo ponen en práctica, serán dichosos.
No lo digo por todos ustedes, porque yo sé a quiénes he escogido. Pero esto es para que se cumpla el pasaje de la Escritura, que dice:
El que comparte mi pan me ha traicionado.
Les digo esto ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, crean que Yo Soy.
Yo les aseguro: el que recibe al que yo envío, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me ha enviado".
PALABRA DEL SEÑOR
¡GLORIA A Tì, SEÑOR JESùS!
Por la lectura del Santo Evangelio, sean perdonados nuestros pecados. Amèn
MEDITACIòN
El seguimiento de Jesús implica, como lo hemos visto, poner en práctica Su Palabra.
En este pasaje, Jesús acaba de darles la mayor muestra de humildad y de servicio lavando los pies a sus discípulos.
La invitación es a entender el signo y a ponerlo en práctica. Se trata de entender que la verdadera felicidad se encuentra en el servicio a los demás, y en la humildad; en no pensar que uno es mayor que los otros a pesar de nuestro puesto, sea en la casa, en la oficina, en el gobierno.
Hemos sido llamados a imitar a Jesús, que siendo Dios no retiene para sí ese título, y se hace uno de nosotros; que siendo el Señor, se hace siervo; que siendo maestro, es obediente al Padre.
Si entendemos esto y lo ponemos en práctica seremos dichosos y merecedores de la vida eterna que nos ofrece el Señor.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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