LECTURAS Y SANTO EVANGELIO
DEL SÁBADO 28 DE ENERO DE 2017
PRIMERA LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos 11, 1-2. 8-19
Hermanos:
La fe es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de las realidades que no se ven. Por ella nuestros antepasados fueron considerados dignos de aprobación.
Por la fe, Abraham, obedeciendo al llamado de Dios, partió hacia el lugar que iba a recibir en herencia, sin saber adónde iba. Por la fe, vivió como extranjero en la Tierra prometida, habitando en carpas, lo mismo que Isaac y Jacob, herederos con él de la misma promesa. Porque Abraham esperaba aquella ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
También por la fe, Sara recibió el poder de concebir, a pesar de su edad avanzada, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía. Y por eso, de un solo hombre, y de un hombre ya cercano a la muerte: nació una descendencia numerosa como las estrellas del cielo e incontable como la arena que esta a la orilla del mar.
Todos ellos murieron en la fe, sin alcanzar el cumplimiento de las promesas: las vieron y las saludaron de lejos, reconociendo que eran extranjeros y peregrinos en la tierra.
Los que hablan así demuestran claramente que buscan una patria; y si hubieran pensado en aquélla de la que habían salido, habrían tenido oportunidad de regresar. Pero aspiraban a una patria mejor, nada menos que la celestial. Por eso, Dios no se avergüenza de llamarse “su Dios” y, de hecho, les ha preparado una Ciudad.
Por la fe, Abraham, cuando fue puesto a prueba, presentó a Isaac como ofrenda: él ofrecía a su hijo único, al heredero de las promesas, a aquél de quien se había anunciado: “De Isaac nacerá la descendencia que llevará tu nombre”. Y lo ofreció, porque pensaba que Dios tenía poder aún para resucitar a los muertos. Por eso recuperó a su hijo, y esto fue como un símbolo.
PALABRA DE DIOS
¡TE ALABAMOS SEÑOR!
SALMO RESPONSORIAL Lc 1, 69-75
R.- ¡Bendito sea el Señor!
Nos ha dado un poderoso Salvador
en la casa de David, su servidor,
como lo había anunciado mucho tiempo antes
por boca de sus santos profetas.
R.- ¡Bendito sea el Señor!
Para salvarnos de nuestros enemigos
y de las manos de todos los que nos odian.
Así tuvo misericordia de nuestros padres
y se acordó de su santa Alianza.
R.- ¡Bendito sea el Señor!
Se acordó del juramento que hizo
a nuestro padre Abraham
de concedernos que, libres de temor,
arrancados de las manos de nuestros enemigos,
lo sirvamos en santidad y justicia bajo su mirada,
durante toda nuestra vida.
R.- ¡Bendito sea el Señor!
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 4, 35-41
¡GLORIA A TÍ, SEÑOR!
Un día, al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: «Crucemos a la otra orilla». Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron en la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya.
Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal.
Lo despertaron y le dijeron: «¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?»
Despertándose, Él increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio! ¡Cállate!» El viento se aplacó y sobrevino una gran calma.
Después les dijo: «¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?»
Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros:
«¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?»
PALABRA DEL SEÑOR
¡GLORIA A TÍ, SEÑOR JESÚS!
MEDITACIÓN
Como los
apóstoles, también nosotros dudamos, pensamos que Jesús duerme, que no le importa que la barca se hunda.
Nos surge muy a menudo esa pregunta ¿Señor, no te importa?,
vemos tanto mal en el mundo, tanta violencia, tanta injusticia, y
pensamos que Jesús calla, como si durmiese, ¿acaso duerme y no se entera que
vamos a la deriva?;
pero Jesús está despierto, Él no duerme nunca, y así como increpó al mar
y al viento y éstos le obedecieron, y en un segundo cambió la tempestad en
calma y la incredulidad de sus discípulos en fe, así trabaja por nosotros, solo
no perdamos la fe en Él, confiemos siempre que calmará la tempestad.
Él nos dice ahora, como
dijo a Sus discípulos: «¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?»
Jesús trabaja, por medio de tantos sacerdotes y almas
consagradas, tantos laicos que, en silencio, transforman las peores tempestades
en paz, portando la Palabra de Jesús a los hospitales, pan a los hambrientos y
consuelo a los tristes… No duerme, Jesús. Trabaja…sí, pero en silencio.
No escuchamos Su Voz ni vemos Sus obras porque estamos más ocupados
viendo y escuchando el mar y el viento que mirando las Obras de Jesús. Intentamos
resolver nuestras vidas y problemas, solos, sin confiarnos a Él.
Él nos mira allí, hablando en lo profundo de nuestros corazones, y
nos invita a dejarnos de lamentos estériles y a confiar en la Misericordia de
Dios, nos invita a ponernos a trabajar por la extensión de Su Reino.
Confiemos en Jesús. ¡pidámosle que Aumente nuestra confianza!
La paz es el inicio de una historia ligada al futuro. Para domar el
viento y el mar agitado Jesús ordenó al viento que cesase justo cuando la barca
en el que estaban Él y sus discípulos estaba en peligro. Luego la calma siguió
a la tormenta.
(Cf Discurso de S.S. Francisco)
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