Olivier Clerc, especialista en bienestar y desarrollo personal nacido en Ginebra y afincado hoy en Borgoña, escribió en el año 2005 un libro titulado “La rana que no sabía que estaba hervida… y otras lecciones de vida”.
Entre las historias que plantea, una lleva el título del libro. Y a ella me voy a referir.
Parece ser que esta alegoría fue propuesta por primera vez en el libro de Marty Rubin “The boiled Frog Syndrome”, publicado en 1987.
Imaginen una cazuela llena de agua, en cuyo interior nada tranquilamente una rana.
Se está calentando la cazuela a fuego lento.
Al cabo de un rato el agua está tibia. A la rana esto le parece agradable, y sigue nadando.
La temperatura empieza a subir.
Ahora el agua está caliente.
Un poco más de lo que suele gustarle a la rana. Pero no se inquieta y
además el calor siempre le produce algo de fatiga y somnolencia.
Ahora el agua está caliente de verdad.
A la rana empieza a parecerle desagradable. Lo malo es que se
encuentra sin fuerzas, así que se limita a aguantar y no hace nada más.
Si la hubiéramos sumergido de golpe en un recipiente con el agua a
cincuenta grados, se habría puesto a salvo de un enérgico salto.
“Es un experimento rico en enseñanzas, dice el autor. Nos demuestra que
un deterioro, si es muy lento, pasa inadvertido y la mayoría de las veces
no suscita reacción, ni oposición, ni rebeldía”.
Si nos fijamos en lo que está sucediendo en nuestra sociedad en las
últimas décadas, estamos experimentando una lenta deriva a la que
nos vamos acostumbrando.
Un montón de cosas que nos habrían horrorizado hace 10, 15 o 20 años,
fueron poco a poco banalizándose y suavemente perturbándonos hasta
hoy, pero nos dejan indiferentes a la mayoría de la gente.
El BOMBARDEO PERMANENTE "políticamente correcto" de
informaciones por parte de los medios de comunicación, saturan los
cerebros, que ya no pueden dar sentido a las cosas...
Es lo que denunciaba ya
San Augustín (430 dp. JC) :
A fuerza de verlo todo, se termina por soportarlo todo ...
A fuerza de soportarlo todo, se termina por tolerarlo todo...
A fuerza de tolerarlo todo, terminas aceptándolo todo ...
A fuerza de aceptarlo todo, finalmente lo aprobamos todo
Cuando el deterioro emocional es muy lento pasa inadvertido para nosotros. Esto justifica que no reaccionemos, que no nos opongamos y que acabemos ahogándonos por respirar un aire tóxico que nos envenena poco a poco.
En este sentido es habitual ser víctimas del síndrome de la rana hervida en ciertos tipos de relaciones de pareja, en el trabajo, en la familia, con los amigos e incluso a nivel macrosocial.
Así que si usted no es como la rana medio cocida, pegue el salto y salga
de la cazuela antes de que sea demasiado tarde
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