LECTURAS Y SANTO ROSARIO DEL JUEVES 2 DE FEBRERO/17
PRIMERA LECTURA
Malaquías 3, 1-4
Esto dice el Señor:
"He aquí que Yo envío a mi mensajero. Él preparará el camino delante de Mí. De improviso entrará en el santuario el Señor, a quien ustedes buscan, el mensajero de la alianza a quien ustedes desean. Miren: Ya va entrando, dice el Señor de los ejércitos.
¿Quién podrá soportar el día de su venida? ¿Quién quedará en pie cuando aparezca? Será como fuego de fundición, como la lejía de los lavanderos.
Se sentará como un fundidor que refina la plata; como a la plata y al oro, refinará a los hijos de Leví y así podrán ellos ofrecer, como es debido, las ofrendas al Señor. Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, como en los años antiguos".
PALABRA DE DIOS
¡TE ALABAMOS SEÑOR!
SALMO RESPONSORIAL 23, 7-10
R./ El Rey de la Gloria es el Señor de los ejércitos.
¡Puertas, levanten sus dinteles,
levántense, puertas eternas,
para que entre el Rey de la Gloria!
R./ El Rey de la Gloria es el Señor de los ejércitos.
¿Y quién es ese Rey de la Gloria?
Es el Señor, el fuerte, el poderoso,
el Señor poderoso en los combates.
R./ El Rey de la Gloria es el Señor de los ejércitos.
¡Puertas, levanten sus dinteles,
levántense, puertas eternas,
para que entre el Rey de la Gloria!
R./ El Rey de la Gloria es el Señor de los ejércitos.
¿Y quién es ese Rey de la Gloria?
El Rey de la Gloria
Es el Señor de los ejércitos.
R./ El Rey de la gloria es el Señor de los ejércitos.
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 2, 22-40
¡GLORIA A TÍ, SEÑOR!
Transcurrido el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, ella y José llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley: Todo primogénito varón será consagrado al Señor, y también para ofrecer, como dice la ley, un par de tórtolas o dos pichones.
Vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón, varón justo y temeroso de Dios, que aguardaba el consuelo de Israel; en él moraba el Espíritu Santo, el cual le había revelado que no moriría sin haber visto antes al Mesías del Señor. Movido por el Espíritu, fue al templo, y cuando José y María entraban con el niño Jesús para cumplir con lo prescrito por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios, diciendo:
"Señor, ya puedes dejar morir en paz a tu siervo, según lo que me habías prometido, porque mis ojos han visto a tu Salvador, al que has preparado para bien de todos los pueblos; luz que alumbra a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel".
El padre y la madre del niño estaban admirados de semejantes palabras. Simeón los bendijo, y a María, la madre de Jesús, le anunció: "Este niño ha sido puesto para ruina y resurgimiento de muchos en Israel, como signo que provocará contradicción, para que queden al descubierto los pensamientos de todos los corazones. Y a ti, una espada te atravesará el alma".
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana. De joven, había vivido siete años casada y tenía ya ochenta y cuatro años de edad. No se apartaba del templo ni de día ni de noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones.
Ana se acercó en aquel momento, dando gracias a Dios y hablando del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel.
Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios estaba con Él..
PALABRA DEL SEÑOR
¡GLORIA A TÍ, SEÑOR JESÚS!
MEDITACIÓN
El evangelio de hoy nos muestra la importancia de nuestras visitas al templo. Fue precisamente en el templo en donde, tanto Simeón como Ana, tuvieron la gracia de encontrarse con "el Salvador". Muchos hombres y mujeres han encontrado este mismo prodigio que ha cambiado toda su vida.
La participación en la Eucaristía es importante, incluso vital para la vida espiritual. Por ello, si tú sientes que no has tenido aún un encuentro personal con Jesús, o quisieras que éste fuera aún mayor y más profundo, como el de Simeón y de Ana, un buen lugar para tenerlo es en el templo. Jesús está siempre esperando en el Santísimo (Sagrario).
Ciertamente que el templo no es el único lugar para encontrarse con Dios, pero es el lugar en donde de manera especial Dios ha querido encontrarse con el hombre, podríamos decir que es el lugar privilegiado para la revelación de Dios al corazón del hombre. Si en tu ir y venir diario pasas cerca de una Iglesia, date tiempo para orar un rato ahí, muchas cosas en tu vida pueden cambiar.
Por la Lectura del Santo Evangelio, serán perdonados nuestros pecados.
¡Amén!
|