SÓCRATES
«Sólo sé que no sé nada»
Una vez finalizado el juicio que le condena a muerte:
“Es la hora de irse, yo para morir y vosotros para vivir.
Quién de nosotros va a una mejor suerte, sólo los dioses lo saben” (Apología)
Sócrates se describió a sí mismo como un moscardón destinado a picar a
los atenienses para incitarlos a salir de su ignorancia.
Según Nietzsche, el problema de SÓCRATES era su fealdad, lo que le
llevó a descubrir la dialéctica (entendida como arte de la discusión) con la
que poder fascinar a los bellos discípulos que nunca se hubieran acercado a
él de otra forma. La dialéctica constituía para Sócrates una técnica de
seducción.
En el diálogo El banquete de PLATÓN, ALCIBÍADES, alabando a su maestro
SÓCRATES, sostiene que es semejante a los silenos, cajitas pintadas por
fuera con figuras alegres y frívolas, contrahechas a placer para hacer reír a
la gente – así era Sileno, el viejo maestro de DIONISOS -, pero dentro se
guardaban drogas finas y cosas preciosas.
Así, decía que era Sócrates
porque, viéndolo en su apariencia externa resultaba ridículo con su nariz
puntiaguda, su mirada de toro, su cara de loco, su poca fortuna con las
mujeres, inepto para todo oficio, siempre riéndose, siempre bromeando,
siempre disimulando su divino saber; pero al abrir esa caja se hallaba una
celestial droga: entendimiento sobrehumano, maravillosa virtud, valor
invencible.
PLATÓN, ESOPO Y SÓCRATES fueron famosos en la Antigüedad casi
tanto por su sabiduría como por su fealdad.
La pobreza de Sócrates fue
también proverbial. Su primera mujer, Mirto, era contrahecha, la segunda,
Xantipa, tenía muy mal carácter.
Según nos cuenta su biógrafo, el historiador Diógenes Laercio, poco
después de la muerte de Sócrates, se comprendió la injusticia de la
condena, y se declaró luto oficial en Atenas.
Los dos principales impulsores
del proceso, Meleto y Anito fueron, el primero condenado a muerte y el
segundo desterrado.
También nos cuenta Diógenes cómo Sócrates enseñaba en una espartería
que había en el ágora y cómo Jantipa, su mujer, se quejaba de que no
trajese nunca a casa ni un solo dracma.