Primer Jueves de Cuaresma, después de la Ceniza
Esto dice el Señor: "Mira, hoy pongo ante ti vida y felicidad, muerte y desgracia. Si escuchas los mandamientos del Señor tu Dios que yo te prescribo hoy, amando al Señor tu Dios, siguiendo sus caminos y observando sus mandamientos, sus leyes y sus preceptos, vivirás y serás fecundo, y el Señor tu Dios te bendecirá en la tierra a la que vas a entrar para tomar posesión de ella.
Pero si tu corazón se desvía, si no escuchas, si te dejas arrastrar y te postras ante otros dioses y les das culto, yo declaro hoy que ustedes morirán irremediablemente; no vivirán mucho tiempo en la tierra a la que entrarán para tomar posesión de ella después de pasar el Jordán.
Pongo hoy por testigos contra ustedes al cielo y a la tierra; ante ti están la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida y vivirán tú y tu descendencia, amando al Señor tu Dios, escuchando su voz y uniéndote a él, pues él es tu vida y el que garantiza tu presencia en la tierra que el Señor juró dar a tus antepasados, a Abrahán, Isaac y Jacob".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO 1, 1-2.3.4-6
Dichoso el hombre que confía en el Señor.
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se entretiene en el camino de los pecadores, ni se sienta con los arrogantes, sino que pone su alegría en la ley del Señor, meditándola día y noche.
Es como un árbol plantado junto al río: da fruto a su tiempo y sus hojas no se marchitan; todo lo que hace le sale bien.
No sucede lo mismo con los malvados ni los pecadores en la asamblea de los justos, porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los malvados lleva a la perdición.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
Honor y gloria a ti, Señor Jesús. Arrepiéntanse, dice el Señor; porque ya está cerca el Reino de los cielos. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS (9, 22-25)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos que el Hijo del hombre tenía que sufrir mucho, que sería rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que lo matarían y que al tercer día resucitaría.
Entonces se puso a decir a todo el pueblo: "El que quiera venir en pos de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz de cada día y me siga.
Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, ése la salvará. Pues, ¿de qué le sirve a uno ganar todo el mundo, si se pierde o se arruina a sí mismo?"
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
MEDITACIÓN DEL EVANGELIO
En la página evangélica hemos escuchado, al respecto, palabras muy claras: "¿De qué le sirve al hombre —afirma Jesús— ganar el mundo entero si pierde la propia vida?" (Mt 16, 26). Así nos estimula a considerar que el valor auténtico de la existencia humana no se mide sólo según bienes terrenos e intereses pasajeros, porque no son las realidades materiales las que apagan la sed profunda de sentido y de felicidad que existe en el corazón de toda persona.
Por eso Jesús no duda en proponer a sus discípulos la senda "estrecha" de la santidad: "Quien pierda su propia vida por mi causa, la encontrará" (v. 25). Y con decisión nos repite esta mañana: "Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz y me siga" (v. 24).
Ciertamente es un lenguaje duro, difícil de aceptar y poner en práctica, pero el testimonio de los santos y de las santas asegura que es posible para todos si hay confianza y entrega a Cristo. Su ejemplo alienta a quien se dice cristiano a ser creíble, o sea, coherente con los principios y la fe que profesa.
No basta, en efecto, con parecer buenos y honrados; hay que serlo realmente. Y bueno y honrado es aquel que no cubre con su yo la luz de Dios, no se pone delante él mismo, sino que deja que se transparente Dios. (Benedicto XVI, homilía del 28 de septiembre del 2009)
FONDO CREACIÓN DE JADEmuj.
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