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General: LECTURAS Y SANTO EVANGELIO DEL JUEVES 16 DE MARZO DEL 2017
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: FLAQUIS  (Mensaje original) Enviado: 16/03/2017 08:54

JUEVES 16 DE MARZO DEL 2017

Primera lectura

del libro del profeta Jeremías 17, 5-10

Esto dice el SEÑOR:

"Maldito quien confía en el hombre y se apoya en los mortales, apartando su corazón del
SEÑOR.

Será como un matorral en la estepa, que no ve venir la lluvia, pues habita en un árido desierto, en tierra salobre y despoblada.


Bendito quien confía en el SEÑOR y pone en el SEÑOR su confianza. Será como un árbol plantado junto al agua, que alarga hacia la corriente sus raíces; nada teme cuando llega el calor, su follaje se conserva verde; en año de sequía no se inquieta ni deja de dar fruto.

Nada más traidor y perverso que el corazón del hombre: ¿quién llegará a conocerlo? Yo, el SEÑOR, sondeo el corazón, examino la conciencia; para dar a cada cual según su conducta, según lo que merecen sus acciones".

Palabra de Dios.

¡Te alabamos, Señor!.

SALMO RESPONSORIAL 1, 1-2.3.4 y 6

R.- Dichoso el hombre que confía en el Señor.

Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se entretiene en el camino de los pecadores, ni se sienta con los arrogantes, sino pone su alegría en la ley del Señor, meditándola día y noche.

R.- Dichoso el hombre que confía en el Señor.


Es como un árbol plantado junto al río: da fruto a su tiempo y sus hojas no se marchitan; todo lo que hace le sale bien.

R.- Dichoso el hombre que confía en el Señor.


No sucede lo mismo con los malvados, pues son como paja que se lleva el viento. Porque el SEÑOR protege el camino de los justos, pero el camino de los malvados lleva a la perdición.

R.- Dichoso el hombre que confía en el Señor.

PROCLAMACIÓN DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS16, 19-31

¡gloria a ti, señor!

En aquel tiempo dijo Jesús a los fariseos:
"Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino, y todos los días celebraba espléndidos banquetes. Y había también un pobre, llamado Lázaro, tendido junto a la puerta y cubierto de llagas, que deseaba saciar su hambre con lo que tiraban de la mesa del rico. Hasta los perros venían a lamer sus llagas.


Un día el pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahám. También murió el rico y fue sepultado. Y en el abismo, cuando se encontraba entre tormentos, levantó los ojos el rico y vio a lo lejos a Abrahám y a Lázaro en su seno. Y gritó:
"Padre
Abrahám, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque no soporto estas llamas".

Abrahám contestó:
"Recuerda, hijo, que ya recibiste tus bienes durante la vida, y Lázaro, en cambio, males. Ahora él está aquí consolado mientras tú estás atormentado. Pero además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo, de suerte que los de aquí que quieran pasar hasta ustedes, no puedan; ni tampoco de allí puedan venir hasta nosotros".

El rico insistió:
"Te ruego, padre, que lo envíes a mi familia, para que diga a mis cinco hermanos la verdad y no vengan también ellos a este lugar de tormento".

Abrahám le respondió:
"Ya tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen".

El rico insistió:
"No, padre Abrahám; si se les presenta un muerto, se convertirán".

Entonces Abrahám le dijo:
"Si no escuchan a Moisés y a los profetas, tampoco harán caso aunque resucite un muerto".

Palabra del Señor.

¡Gloria a ti, Señor Jesús!.

meditaciòn

En muchos países pobres persiste, y amenaza con acentuarse, la extrema inseguridad de vida a causa de la falta de alimentación: el hambre causa todavía muchas víctimas entre tantos Lázaros a los que no se les consiente sentarse a la mesa del rico.

Dar de comer a los hambrientos (cf. Mt 25,35.37.42) es un imperativo ético para la Iglesia universal, que responde a las enseñanzas de su Fundador, el SEÑOR JESUS, sobre la solidaridad y el compartir. (Benedicto XVI, Carta encíclica Caritas in Veritate)


Hoy, la humanidad sigue necesitando pan y techo, como siempre ha sido; pero justamente ahora, las personas hemos tomado conciencia de lo importante que es ayudar a los demás.

Sin embargo, hay que preguntarnos si la ayuda que damos no se queda sólo en una moneda o un pedazo de pan.

En nuestros tiempos de consumismo, de trajín y de deseo de pasar por encima de los demás, lo que las personas más necesitan es una sonrisa amable, un gesto de piedad, una palmada de aliento.

Los nuevos “Lázaros” nos necesitan para que compartamos su dolor y para que les mostremos el amor de Dios.

Cristo quiso sufrir lo que sufre un ser humano y su triunfo y resurrección son la prueba anticipada de nuestro triunfo.

Basta abrir el corazón para ayudar a los demás y la valentía para perseverar en nuestras propias dificultades, en gratitud al amor de Dios.


Por la lectura del santo evangelio, sean perdonados nuestros pecados.

¡amén!



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