Toda esa gama de sentimientos me había
alejado de mi verdadera esencia...¡tenía que retomarla!
Atendí prioritariamente esa necesidad urgente de encuentro conmigo misma, por lo que me dirigí al punto más apartado del malecón. Me urgía la tranquilidad del mar ante mi vista, y la soledad.Sola con mis silencios, con mi conciencia y con mi alma en su desnudez total.
Vinieron a mi mente recuerdos que pensé enterrados, de situaciones críticas pasadas, en las cuales mis fuerzas se debilitaron y no encontraba de donde asirme para no caer.
Recuerdos de fracasos aparentes que me sumergieron en ese entonces, en un oceano oscuro de dudas e incertidumbres, mucho más profundo que el mar que tenía frente a mí...
¡Que absurdamente se pierde el tiempo en sufrimientos inútiles cuando tan solo es esperar que Dios nos tienda la Mano!.
Esto lo aprendí posterior a dolorosas experiencias, de las que surgieron más adelante beneficios insospechados...
¡obra de Dios obviamente!
Me incliné hacia las aguas del mar, y ví reflejados en ellas, mi ser, mi fragilidad y mis temores...¡me ví tan pequeña!
Mi indomable espiritu guerrero se impuso alzandose rebelde, y puse en la balanza, conflictos y valores. Esos valores que me dan fuerza y me sostienen llamados amor y fe.
Fe en Dios en quien he depositado mi vida y mi destino; fe en la gente aún cuando en su condición humana me fallen(alguna razón desconocida tienen para hacerlo).
Decidí entonces encauzar todo ese caudal de amor que llevo dentro, no solo a mi familia y amigos, sino también a mis enemigos que son los que posiblemente más lo necesiten, pues estoy convencida de que quien hace daño es porque tiene necesidad de descargar todo el peso del dolor y resentimento hacia la vida que tal vez ha lastimado desde siempre su corazón.
Opté por tirar al mar mis confusiones, miedos, mis conflictos internos, y alimentar positivamente mi alma supliéndolos por serenidad, seguridad y paz.
Decidí que los conflictos externos no perturbarían mi espíritu y sencillamente extendí mis brazos al cielo para entregárselos a Dios...EL sabrá que hacer con ellos, cuándo y cómo resolverlos.
Me tracé nuevas metas, nuevos retos a vencer, nuevos sueños por realizar.
Exhalé un suspiro, llené mis pulmones de aire fresco y tomé la decisión más importante:
Hoy...hoy elegí ser libre, y feliz.
¡Hoy decidí VIVIR!!
Amigos de 60, ésto lo escribí hace algún tiempo ...una retrospección, no nos cae nada mal...lo comparto con todos ustedes, porque es parte de mí, de mi yo interno, de mi ser, así como parte súper importante en mi vida son ustedes.