Oímos hablar de éxito en todas partes. Se supone que es el propósito final de todas las acciones que emprendemos. Utilizamos la palabra mecánicamente… Queremos ser profesionales exitosos, formar una pareja exitosa, alcanzar el éxito económico… Sí, queremos todo eso, pero ¿Exactamente a qué llamamos “éxito”? Y, sobretodo, ¿Cómo medir cuánto éxito es suficiente?
Se ha generalizado la idea de que alcanzar el éxito es “no tener que preocuparse por nada”. Que en tu familia todo funcione como un reloj. Que puedas comprar lo que se te antoje, sin hacer previamente sumas o restas. Que los demás halaguen tu labor y consigas un cargo directivo. Que seas popular o famoso. Podríamos contar con los dedos de la mano a quienes tienen todo eso.
¿El éxito o los éxitos?
¿Te has preguntado alguna vez que es realmente el éxito para ti? Lo usual es que nos sumemos a esa idea común, en la que se nos indica que es exitoso quien tiene mucho de mucho. Usualmente no nos detenemos a pensar por qué tantos ricos, famosos, premiados y seductores viven en medio de la infelicidad.
Aunque exista ese patrón de “éxito”, más o menos generalizado, en realidad loque es exitoso y lo que no lo es, depende mucho de factores subjetivos. De sentimientos mucho más profundos que la capacidad de compra y todos esos elementos que ya hemos señalado.
Cada quien debería tomarse la tarea de definir y redefinir a lo largo de su vida cuál es el éxito que busca. Porque en realidad, no se puede hablar de una forma de éxito como tal, sino de muchas formas en las que las personas logran ser exitosas. Y también hay diferentes maneras de ser exitosos, según el contexto en el que vivamos y el momento de la vida que estemos experimentando.
La palabra “éxito” viene del latín “exitus” y significa “final” o “término”. Los ingleses adoptaron esta palabra como “exit” y es la que ves en la salida de todo espacio cerrado. Si vamos a su acepción original, éxito es todo aquello que pone fin a una carencia o a un sufrimiento.
Medir el éxito
Así como no existe un solo significado para la palabra “éxito”, tampoco hay una sola manera de medirlo. En estricto sentido, siempre, hasta el día de la muerte, nos hará falta algo y el rumor de algún sufrimiento nos acechará.
Si miras la vida desde la óptica de la carencia, nunca serás la más bella o el más guapo, ni el más rico, ni el más elogiado, ni el más popular. Porque éxito y felicidad no son sinónimos. El éxito es un concepto más bien acumulativo: tener más de algo, hasta alcanzar una supuesta cumbre que nunca es la más elevada. La felicidad, en cambio, puede ser vista como lo contrario: no necesitar nada más para sentirte bien.
El éxito es un concepto hábilmente administrado por la sociedad de consumo. Es uno de esos atributos que adquieres más para exhibirlo a los demás, que para disfrutarlo en la intimidad de tu corazón. Probablemente se trate de una idea que corresponde más a la esfera del poder y de la economía, que al mundo del bienestar emocional.
Lograr lo que nos proponemos no siempre es el final feliz de una historia. Dice el viejo aforismo “Ten cuidado con lo que deseas porque podrías conseguirlo”. Agregaría que nunca es malo lograr lo que se desea, siempre y cuando sea una meta elegida libremente y no impuesta por una cultura que busca productividad y se basa en la competencia entre unos y otros para lograrla. En ese sentido, éxito es obtener lo que libremente se desea, sin otro propósito que el de ser más feliz y dormir más tranquilos.
Condensado de la Red.
Avellano
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