A esto que llamamos vida
Hay gente que,
en cuanto se despierta,
necesita
poner en marcha
a algún artefacto de esos que nos conectan con el mundo…
A mí me gusta, sin embargo, estar un buen rato, a oscuras, sentado
en mi sitio del sofá,
sorbiendo
una jarrita
-la misma siempre-
de un café con leche
caliente,
escuchando
el ruido ensordecedor
del silencio.
No utilizo ese tiempo
para pensar,
o para diseñar estrategias
de vida…
simplemente,
dejo la mente en blanco…
como cuando sacas
un día a tu perro
a una solitaria pradera
y lo dejas
que vague
a sus anchas.
Cuando la claridad
es ya inevitable
y empieza a escudriñar
todos los rincones
de la casa,
yo también me rindo
sin resistirme,
le doy un silbido
al perro del pensamiento,
le pongo el collar,
y luego el bozal,
como dictan las leyes,
y empiezo
la rutina
de esto que llamamos
vida.
( Bal Harbour)
Avellano
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