Aunque el mundo es analógico, la información es digital.
Analógico significa contínuo; entre dos valores analógicos cualquiera debería haber, en teoría, infinitos intermedios. Pero, al procesar esta señal, se suelen hacer agrupaciones, descartando las diferencias leves. Cada agrupación se identifica mediante un valor; es decir, se digitaliza.
Por ejemplo, nuestros sistemas informáticos y audiovisuales dividen los sonidos y las imágenes agrupándo rangos de longitudes de onda. Y lo hacen de forma más eficaz que nuestro sistema nervioso, ya que son capaces de distinguir, electrónicamente, matices que nuestro cerebro no distingue. Así, cualquier tarjeta gráfica reconoce, al menos, 16,7 millones de colores, muchos más de los que percibe un ojo humano.
El desarrollo de la tecnología digital es el principal responsable de la "sociedad de la información". La cantidad de valores analógicos puros siempre es infinita y, por tanto, difícil de manejar. Los valores digitales, en cambio, tienen un limite. Por eso se pueden manejar, almacenar, procesar y transportar; es decir, se pueden convertir en "información".
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