La oración cambia mi conciencia de la separación a la unidad espiritual.
La gracia es el espíritu de Dios obrando como un poder transformador en mí y en mi vida. Sin importar mis creencias, acciones y pensamientos pasados, la gracia está disponible para mí. Tengo acceso a ella al cambiar mi manera de pensar: elevando mis pensamientos a pensamientos de unidad y armonía. Este proceso eleva mi mente de la limitación humana a la conciencia espiritual.
Una práctica que promueve la renovación de la mente es el uso de afirmaciones y negaciones. Dejo ir creencias falsas y luego afirmo que la gracia de Dios fluye libremente en mi vida. En este estado de despertar espiritual, ya no busco mi bien en el mundo físico; por el contrario, lo encuentro por medio de la conciencia de la presencia de Dios actuando en y como toda vida.
Ciertamente de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.—Juan 1:16
Cuando mantengo mi atención enfocada en lo divino, mi mente funciona a un nivel más elevado. Mis pensamientos son claros y mis palabras expresan mi divinidad.
La claridad surge cuando aparto mi mente del mundo físico y entro en un tiempo de quietud y silencio. La paz y la calma que surgen de este espacio callado limpian mi mente de pensamientos no productivos y hacen lugar para la inspiración. Escucho con todo mi corazón a medida que comulgo con el Cristo en mí. En este momento encuentro la claridad que busco.
Con esta claridad viene la sabiduría para proseguir de manera positiva. Mis pensamientos y palabras son inteligentes y reflejan la seguridad de mi fe. Mis acciones son el resultado natural de este proceso.
Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí.—Gálatas 2:20
No existe límite para la cantidad de cosas maravillosas que mi conciencia puede concebir. Hoy elijo enfocar mi atención en expresar el gozo que está en mí.
Miro todo a mi alrededor y encuentro razones para sentirme alegre. Existen tantas manifestaciones especiales y asombrosas de la vida de Dios. No importa dónde esté, hay maravillas que admirar. Todo lo que tengo que hacer es ver con mis ojos espirituales.
Cuando miro a la gente, veo más allá de su lenguaje y acciones externas al Cristo morador en ellas. Saber que todas esas personas son seres espirituales, tal como yo, me llena de gozo. También veo su potencial ilimitado.
Reboso de gozo y gratitud porque soy un ser espiritual, uno con todos los seres.
Estas cosas les he hablado, para que mi gozo esté en ustedes, y su gozo sea completo.—Juan 15:11