Del poeta Jorge Robledo Ortiz
Biografía de Jorge Robledo Ortiz :
Poeta colombiano nacido en Santa Fe de Antioquia en 1917 y fallecido en Medellín, en 1990.
Licenciado en Periodismo y Humanidades, trabajó en el marco de la diplomacia y ocupó varios cargos públicos.
Aunque fue conocido como El poeta de la raza , incursionó en el tema sentimental.
Su vasta obra ha sido compilada en varios volúmenes antológicos, entre los que se destaca, «Barro de Arriería».
Esta sencilla carta
Que no verán tus ojos ausentes y morenos
La escribo por que el alma me reclama
Que la deje vivir en tu recuerdo.
Por que mi sangre no aprendió a olvidarte
Por que tú me acompañas en el tiempo.
Por que fuiste lo simple lo callado
Lo dulce lo pequeño
Ese mínimo saldo de la vida
Que nos deja sentirnos algo buenos.
Escribirle a la novia de la infancia,
Es regresar al reino de los cuentos
Es volver a vivir con blanca nieves,
Es buscar a Aladino el hechicero,
Es sufrir por que está caperucita
Cuidando la maldad de un lobo viejo.
Es pensar en la dulce cenicienta
Que borda su pobreza cerca al fuego
Es entrar en los ojos asombrados
En el lejano bosque del ensueño.
Es volver a creer en pulgarcito.
En michin el travieso bandolero.
Es calzarse las botas del gigante
Para saltar de noche los luceros.
Es releer a Grimm, mientras la lluvia
Llora en los vidrios su canción de invierno
Es contemplar los trasgos y los gnomos
Que danzan en las chispas de los leños.
Es ir con Gulliver a los países
Donde todo es simple y es pequeño.
Es montar en la grupa del caballo
Del gran príncipe azul y aventurero.
Es seguir por los lagos de Letonia
La huella de Nils Holgerson, el sueco.
Es remar en la nuez de don Tortuaco
Y fatigar la rosa de los vientos.
Es meditar con emoción suprema
Las fábulas de Iriarte y Samaniego.
Es pedirle a Perrault que haga un castillo
De albaricoque miel y caramelo.
Es admitir que el cielo queda al norte
Del campanario rustico del pueblo.
Es volver a creer en San Isidro
Con la fe siega de los carboneros.
Es regresar en busca de un diciembre
Que con chorrillos se quemó los dedos.
Es seguir la jornada de los magos
Y con ellos llegar al seis de enero.
Es trepar a la tapia del vecino
Para robar los frutos del ciruelo
Es aceptar culpable la cauchera
De herir un trino a la mitad del vuelo.
Es sorprender el trompo de colores
Hecho de brisa y luz en movimiento.
Es guardar la esperanza en la alcancía
Para comprar por club el universo.
Es seguir la princesa hechizada
Por los mil y un insomnios de su dueño.
Es ir de polisón en el navío
Que conduce un pirata a barlovento.
Es llevar el paisaje en los morrales
Que madrugan en busca del paseo
Es ver la noche desde la terraza
Elemental y simple de un lucero.
Es calcular la mesa del pesebre
Y sin arena improvisar desiertos
Es construir un puente sobre un lago
Para que llegue Baltazar primero.
Es escuchar bambucos y guavinas
Sin saber si están fuera o están dentro.
Es pensar que la alondra fue culpable
De cancelar la noche de Romeo.
Es ver toda la ciencia de la vida
En las barbas cansadas del abuelo
es acudir a la primera cita
que concertó la hombría sobre el beso
Escribirle a la novia de la infancia
es ponerle balaca al pensamiento.
es ignorar la palabra ortografía
que sin " s " no se admite sentimiento.
es seguir un sendero de arreboles
para encontrar las seis del universo.
es ver en el crepúsculo el camino
que conduce al país de los recuerdos.
es robar en las noches de diciembre
de una constelación cuatro luceros
para hacerle herraduras - escarpines
a los pequeños cascos del platero.
es situar en el clima de unos labios
todo el rubor que enciende los cerezos.
Es recordar dos ojos infantiles
en donde estaba repetido el cielo.
es volver a volver sencillamente
es encontrarse elemental y bueno.
Es fechar una carta desde el alma,
y de estampilla colocarle un beso.