Me enseñaste con amor a dar mis primeros pasos, a defenderme en la vida guiada por tus ejemplos; sembraste la cordialidad compartiendo gratos momentos con quienes me tuvieron cerca y con aquellos que se fueron.
Es admirable tu labor, como padre y como hermano, he visto con gran orgullo como venciste la adversidad, superando los fracasos con entereza y optimismo.
Me pintaste con palabras muchos bellos escenarios, me ayudaste a amar la tierra a labrarla con devoción, y dejar semillas dispersas de confianza y respeto.
Papá ahora que estoy lejos, del terruño que fué mi hogar, te llevo siempre conmigo, en las dulces evocaciones por las vivencias a tu lado, que acompañan mis pensamientos.
Desde esa lejana infancia grabaste dentro de mi alma, los colores de las esperanzas, que pintaste con ternura; creaste con mucho cariño infinidad de relatos, con personajes imaginarios que acompañaron mis juegos.
Eran en los silencios mis fieles y leales amigos, los que dejaron dentro de mi, el amor a la poesía.
Me ayudaste a crear metáforas, al rescatar de las flores las fragancias exquisitas en las primaveras eternas, y de los blancos inviernos la nitidéz de la escarcha como símbolo del amor.
Tus bendiciones son mi fortaleza tu enseñanza un estandarte, tu doctrina el decálogo que me impulsan en el camino; y donde quiera que vaya me cobijarán tus sentimientos abrigándome de las inclemencias al refugiarme en tu corazón...
¡Te amo papá!
Ma. Esther Castro Sánchez, Yulinn
|