No me fío de ti, ya no me fío de tu limpia sonrisa de verano, de tu conocimiento meridiano, ni de tu corazón grande y bravío.
Ya no encuentro en tu porte señorío, ni tolero tu trato cotidiano, ya no quiero caricias de tu mano ni palabras de amor. Ya no eres mío.
Mío era el hombre que, inocentemente, cantaba una canción, me daba un beso, me entregaba su amor y su simiente.
Pero de todo aquello no ha quedado nada, ni por mi parte; te confieso que lo bueno de ti se me ha olvidado.
ROSARIO RAMIREZ
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