La cefalea es un síntoma no una enfermedad. Se define como dolor o sensación desagradable en la región de la bóveda craneal.
Las estructuras sensitivas al dolor en la cabeza y de la cara incluyen todos los tejidos extracraneales, así como las arterias, la duramadre, los senos venosos y sus venas tributarias, las arterias de la duramadre y piamadre, y los nervios con aferencias sensitivas (V, IX y X pares craneales y los tres primeros nervios cervicales).
La gran mayoría de las cefaleas pueden ser diferenciadas exclusivamente con base en la historia clínica. La migraña y la cefalea por contracción muscular tienen una presentación caracteristica, mientras que otras se pueden clasificar según los hallazgos asociados, por ejemplo, la cefalea relacionada con fiebre, anemia, policitemia, hipertensión arterial, y algunas enfermadades infecciosas. El diagnóstico correcto en estas instancias depende de la identificación de las condiciones subyacentes.
Las implicaciones clínicas varían mucho. En raros casos puede ser la cefalea un síndrome precursor de una afección que pone en peligro la vida del paciente, e.g. un tumor cerebral, hemorragia subaracnoidea, o más frecuentemente pude ser tan solo una respuesta asociada a una contracción muscular. Puede ser tan severa que incapacite a la persona (migraña o neuralgia migrañosa), o tan leve que apenas fastidie.
Debido a lo comunes que son las cefaleas y porque sus implicaciones varían desde ser una relativa trivialidad hasta una calamidad catastrófica, cada paciente con cefalea amerita la elaboración de una historia clínica en forma muy cuidadosa y un examen físico minucioso centrado en el sistema nervioso y apoyado en los estudios de laboratorio.
Los factores emocionales son importantes; los pacientes con cefalea crónica o recurrente tienen cierta implicación en su vida cotidiana (interrupción en el trabajo, en el compartir con otras personas) y en muchos casos la cefalea aguda y crónica puede ser secundaria a efectos emocionales, (estrés, temores, angustias).