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De: Adee (Mensaje original) |
Enviado: 08/07/2009 06:04 |
PresenciaAlgún día lo sabré. Este cuerpo que ha sido Mi albergue, mi prisión, mi hospital, es mi tumba.
Esto que uní alrededor de un ansia, De un dolor, de un recuerdo, Desertará buscando el agua, la hoja, La espora original y aun lo inerte y la piedra.
Este nudo que fui (inextricable De cóleras, traiciones, esperanzas, Vislumbres repentinos, abandonos, Hambres, gritos de miedo y desamparo Y alegría fulgiendo en las tinieblas Y palabras y amor y amor y amores) Lo cortarán los años.
Nadie verá la destrucción. Ninguno Recogerá la página inconclusa. Entre el puñado de actos Dispersos, aventados al azar, no habrá uno Al que pongan aparte como a perla preciosa. Y sin embargo, hermano, amante, hijo, Amigo, antepasado, No hay soledad, no hay muerte Aunque yo olvide y aunque yo me acabe.
Hombre, donde tú estás, donde tú vides Permaneceremos todos.
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Mil gracias Adee por recordarnos a Rosario Castellanos, la poetisa mexicana que murió en Tel Aviv a consecuencia de una descarga eléctrica provocada por una lámpara cuando acudía a contestar el teléfono al salir de bañarse.
Vale la pena traer otra de sus poesías.
La despedida
Déjame hablar, mordaza, una palabra para decir adiós a lo que amo. Huye la tierra, vuela como un pájaro. Su fuga traza estelas redondas en el aire, frescas huellas de aromas y señales de trinos.
Todo viaja en el viento, arrebatado.
¡Ay, quién fuera un pañuelo, sólo un pañuelo blanco!
Quijote |
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