CARTA DE UN HOMBRE
Queridas amigas:
Nos
importa un carajo cuánto pesan. Es fascinante tocar, abrazar y
acariciar el cuerpo de una mujer. Pesarla, no nos proporciona ningún
efecto
No
tenemos la menor idea de lo que es un talle. Nuestra evaluación es
visual. Es decir, si tiene forma de guitarra, está buena. No nos
importa cuánto mide en centímetros. Es una cuestión de proporción, no
de medida.
Las
proporciones ideales del cuerpo de una mujer son: Curvilíneas,
pulposas, femeninas... Esa clase de cuerpo que de un solo golpe de
vista uno identifica sin duda alguna y en una fracción de segundo.
Las
flaquitas que desfilan en las pasarelas, siguen la tendencia diseñada
por modistos, que dicho sea de paso, son todos maricas, y odian a las
mujeres y compiten con ellas. Sus modas son, lisa y llanamente,
agresiones al cuerpo que odian porque no pueden tener.
No
hay belleza más irresistible en la mujer que la feminidad y la dulzura.
La elegancia y el buen trato, son equivalentes a mil Viagras
El maquillaje se inventó para que las mujeres lo usen. Usenlo. Para andar a cara lavada, estamos nosotros.
El pelo, cuanto más largo, mejor. Para andar con el pelo corto, estamos nosotros
Las
faldas se inventaron para que luzcan sus magníficas piernas. ¿Para qué
carajo se las tapan con pantalones anchos? ¿Para que las confundan con
nosotros?
Una
ola es una ola, las caderas son caderas y punto. Si la naturaleza les
dio ese aspecto curvilíneo, es por algo y reitero: a nosotros nos
gustan asi. Ocultar esas curvas, es equivalente a tener tu mejor sillón
embalado en el sótano.
Es
una ley de la naturaleza que todo aquel que se casa con una modelo
flacucha, anoréxica, bulímica y nerviosa al poco tiempo se elige una
amante pulposa, simpática, relajada y llena de salud.
Entendámoslo
de una vez, traten de gustarnos a nosotros, no a ustedes, porque nunca
van a tener una referencia objetiva de cuán lindas son de mujer a
mujer. Ninguna mujer va a reconocer jamás delante de un tipo que otra
mujer está linda.
Las
jovencitas son lindas... Pero las de 35 para arriba, son el verdadero
plato fuerte. Por Karina Mazzocco, Eva Longoria, Angelina Jolie o Demi
Moore somos capaces de cruzar el Atlántico a nado.
El
cuerpo cambia. Crece. No pueden pensar, sin estar psicóticas, que les
puede entrar el mismo vestido que cuando tenían 18 años. Además, una
mujer de 40, a la que le entre la ropa de cuando tenía 18, o tiene
problemas de desarrollo, o se está autodestruyendo
Nos
gustan las mujeres que saben manejar su vida con equilibrio y saben
manejar su natural tendencia a la culpa. O sea: la que cuando hay que
comer, come con ganas (la dieta vendrá en septiembre, no antes); cuando
hay que hacer dieta, hace dieta con ganas ( no se sabotea ni sufre);
cuando hay que tener intimidad de pareja, la tiene con ganas; cuando
hay que comprar algo que le gusta, lo compra; cuando hay que ahorrar,
ahorra.
Algunas
líneas en la cara, algunos puntos de sutura en el vientre, algunas
marcas de estrías, no les quitan su belleza. Son heridas de guerra,
testimonio de que han hecho algo con sus vidas, no han estado años en
formol ni en un spa. ¡Han vivido!
El
cuerpo de la mujer es la prueba de que Dios existe. Es el sagrado
recinto donde nos gestaron a todos los hombres, donde nos alimentaron,
nos acunaron, que nosotros sin querer las llenamos de estrías, de
cesáreas y demas cosas que tuvieron que ocurrir para que estemos vivos.
Cuídenlo. Cuídense. Quiéranse.
La belleza es todo eso. Todo junto
Un hombre.
