El lenguaje de las manos tiene una parsimonia especial.
Se extienden, se tocan, se atrapan, y unidas demuestran solidaridad.
Quien no ha tocado otra mano, no lo puede experimentar.
Porque aún sin rozarse los dedos, transmiten una energía inusual.
Alguien alguna vez tocó mis manos, y no lo puedo olvidar.
Porque fue un hecho fortuito, solo por casualidad.
Esas manos entibiaron mi alma, que hasta me hicieron ruborizar.
Con el tiempo las huellas de mi piel alguien la quiso borrar.
¡No lo logró! Las llevo tatuadas, mis ojos las ven.
Un ángel pasó por mi vida, me dejó esa señal.
Libia Beatriz Carciofetti
Mara
Lilith Design
|