Una novia en la playa... Una vela en el mar...
Los péndulos de hojas, que cuelgan del cocal, tararean, ean, ean, la Oración del Jamás.
Las gaviotas se cimbran en el vuelo fugaz con que las lleva al nido la luz crepuscular.
Rojas brasas las rocas queman la flor de sal, que polvoreó sobre ellas la salobre humedad.
Errante nube tiende su pañolón de holán, con que Dios en el cielo limpia el azul cristal.
No hay espuma en la lenta onda que viene y va. Ni la brisa sahúma la desmayada paz.
Lloran, bajo la tarde, su triste soledad, una novia en la playa y una vela en el mar.
Luis Llorens Torres.
Quijote
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