El pasado es muerto. Por lo tanto, no vale la pena que nos lamentemos
por lo que habríamos podido hacer y no hicimos, ni por las
equivocaciones que hemos cometido. La única cosa que conseguiríamos
con este comportamiento es amargarnos la vida. Hoy somos como somos a
causa de las vivencias que hemos tenido. Lo más correcto que
aprendamos de este pasado, con el fin de no volver a cometer los
mismos errores y que vivamos el presente intensamente, conscientemente
libremente, sin depender de un pasado que ya no volverá.
Asimismo, no debemos quejarnos por la pérdida de las cosas buenas que
hemos vivido o poseído. Es necesario que vivamos con su buen recuerdo
pero sin nostalgia. Hemos de vivir el día a día disfrutando de todas
las cosas buenas que nos ofrece y aceptando las malas, no con
resignación, sino con plena aceptación. En el momento que aceptamos
una situación difícil, ésta se reduce a la mitad.
Hemos de vivir cada momento de nuestra vida con esta conciencia
interior de poder estar bien.
No debemos preocuparnos por las cosas negativas que nos parece pueden
pasarnos. Hemos de vivir tranquilos y, si realmente llegan, debemos
ocuparnos de las mismas y solucionarlas lo mejor posible.
De la misma manera que nuestro presente depende de lo que hemos vivido
en el pasado, nuestro futuro dependerá de lo que vivamos en el
presente.
Hay personas que viven siempre pendientes de alcanzar un objetivo y
cuando lo consiguen, en lugar de disfrutarlo, ya piensan en otro
objetivo y así sucesivamente hasta que se mueren. Es normal que en la
vida nos marquemos unos objetivos, pero lo que no puede ser es que nos
esclavicen.
Hoy es el primer día de lo que me queda de vida.
No te olvides de ser feliz...... solo tu puedes conseguirlo