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En el barrio de mi infancia, distrito de Surquillo, ciudad de Lima, Perú, mucho se contaba lo siguiente en los años 60. No lejos del edificio en que vivía, existía una calle a la que todos los niños del barrio tenían miedo. Nada de particular. Una calle que daba a una pared de ladrillo, con una sola puerta desvencijada que no se abría jamas.
Ningun carro llegaba hasta allí, ningun niño se atrevía a jugar en sus aceras. Jamas se dio el caso que alguna de las puertas y ventanas de esa calle (seis a cada lado) se hubiesen abierto alguna vez.
Nadie se atrevía a pasar por alli. Aun los maleantes mas curtidos (Surquillo era conocido entonces como "Chicago Chico") se atrevían a poner pie en alguna de sus aceras.
Esa calle simplemente no existía, nadie hablaba de ella. Pero algo era conocido por todos: En aquella puerta, en la numero 13 que cerraba la calle con una pared de ladrillo, vivía San Pedro y sus ángeles. Y el día que se les ocurriese salir, sería el Día del Fin del Mundo.
MERRY
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