Viene esta señora de 85 años y le dice a su cirujano plástico que le haga un trabajo para quitar tantas arrugas. El cirujano la mira y le dice:
"Llega usted en buena hora porque acabo de inventar un estupendo procedimiento. Consta de ponerle un tornillo en la parte superior de su cabeza y cada vez que se le arrugue su cara ajusta el tornillo poco a poco. La señora, con toda la alegría del mundo, accede.
A los dos meses vuelve la señora al consultorio del cirujano y le dice:
"Usted es un cirujano mediocre, míreme las bolsas que tengo en los ojos y ya me canse de ajustar el bendito tornillo este."
El doctor la mira con cara de enojo y le contesta:
"Vieja bruta, le dije ajuste poco a poco. Eso que tiene en los ojos no son bolsas de agua, ¡son sus senos!"