No sé donde estás, ni que horizonte quebró tu sueño, ni qué agonía regurgita en tus huesos que siempre huyes hacia delante.
Eres y no eres, deseas la paz pero te vas a la guerra, llegas tan cerca que agravas la distancia y sólo amas las noches de invierno mientras yo sigo crucificándome.
Un cometa abre la puerta y se traga el calabozo, el diente amargo y áspero que muerde la ceniza, la vergüenza de un millón de hornos que parten al mismo tiempo que regresan.
Te destierras a ti misma en esa babel pirómana de sexo, en esa galaxia absurda de hombres calcinados, en ese laberinto estúpido de hojas sin árbol que cruje bajo la tierra de tus pasos.
Pero no importa, seguiré congelado bajo la nieve, vestido de estatua si hace falta hasta que la primavera desnude el hielo y el día crezca estallado en el humo trenzado de tus piernas en torno a mi cintura desnucada.
Agosto 2006©Fernando Luis Pérez Poza Pontevedra. España.
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