Íntima
Fue tan tibia la felpa de las sombras, que sin querer callamos, y nos bebimos como vino añejo la frase que tembló sobre los labios. A pesar de no amarnos, en silencio se troncharon las manos, sin saber si acunábamos un sueño o era el sopor de algún amor lejano. Y también, sin saber por qué misterio, nuestras bocas ajenas se juntaron, y en las pupilas húmedas de ausencia la tarde lila se quedó temblando.
Después, en la maraña del reproche, nos perdimos hablando, y en la roca del alma se hizo sangre la fruta mentirosa de los labios...
Tal vez el viento de otras soledades nos sorprenda llorando, y entonces nacerá como eco roto la frase que callamos...
(Laura Victoria)
Margarita.
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