El optimismo no conduce siempre a una alegría expresada sino que proporciona paz interior a la persona, y esa paz proporciona una belleza serena que ilumina la personalidad,
También en muchas ocasiones alegra la vida, pero no necesariamente siempre. Cuando ocurre una desgracia, por ejemplo, la persona optimista estará triste, pero no desesperada.
El optimismo vence al desaliento y al abandono que siempre afean la personalidad.
Las que confían en si mismas y en las de más
Y las personas desconfiadas
Las primeras son normalmente personas agradables, serenas con las que da gusto estar y charlar y que caen bien a los demás, poseen una bella personalidad independientemente de su aspecto físico.
Estan las otras que no dicen nada, porque les falta el optimismo, que nace en el alma.
Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad
Un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad.