BIBLIA:
La Biblia es para mí El Libro. No comprendo cómo alguien puede vivir sin ella, sin que se empobrezca, ni cómo uno pueda ser fuerte sin esa sustancia, ni dulce sin esa miel.
Cuando yo era muy niña, conservaba viva aún a mi abuela paterna. Era una mujer ancha, vigorosa, físicamente parecida a mí. Decía mi padre que su madre era capaz de leer el futuro en las estrellas. Yo sólo sé que era una mujer enigmática, muy silenciosa. Se mantenía casi constantemente recluida en su dormitorio, y mi madre me ordenaba en todos los crepúsculos que fuera a hacerle compañía.
Recuerdo aquellos atardeceres en mi pueblo de Monte Grande, con una nitidez muy tibia. Mi abuela estaba sentada en un sillón rígido, y yo me sentaba en una banqueta de mimbre. Ella me alargaba su Biblia, muy vieja y muy ajada, y me pedía que le leyera. Siempre me la entregaba abierta en el mismo sitio, en los Salmos de David.
Durante años leí y releí aquellos versos maravillosos, aquellos poemas de vigorosa sonoridad y honda profundidad poética. Y desde entonces, como no encuentro en las oraciones corrientes la belleza y armonía de aquellos salmos, rezo con los versos de "Nuestro Padre David", como decía mi abuela. Y también a esto se debe, quizás que mis propios versos tengan cierto sabor bíblico.
GABRIELA MISTRAL.