Aunque si bien fue cierto que en su momento logro sentirse más ligero, después tenía doble preocupación. Sabía que nadie mejor que él para guardar sus secretos. ¿Qué posibilidad existía de que esa persona guardará con lealtad ese tesoro que le había confiado? Ninguna, tal vez hoy simplemente haya soplado a aquéllas cenizas que dentro de poco en infierno conviertan su vida.
Hay secretos que se deben callar y no estarán mejor guardados que en uno mismo.
Pero cuándo encuentres uno que te haya llevado a la felicidad y éxito no dejes de compartirlo.