Has venido a través de las auroras, y a través de los valles has venido, ni río, bosque, o mar te ha detenido, tú, que al pasar, cada rosal desfloras.
Deténgase la rueda de las horas en tu reloj y el mío; en mí sumido, hazme olvidar mi nombre y apellido, y sólo recordar que me enamoras.
Para ir a ti desarrollé mis alas, pero viniste a mí, y en mí te instalas, irreprimible soy a tu reclamo.
Por ti abjuré de todo, en ti me obstino; si no soy más que un alto en tu camino, recuerda que soy yo la que te amo.
Los Angeles, 31 de enero de 2004
Soneto Nº 1030, en la voz de O.S.O. (Huesca, España) |