Te vi un punto y flotando ante mis ojos la imagen de tus ojos se quedó, como la mancha oscura orlada en fuego que flota y ciega si se mira al sol.
Y dondequiera que la vista clavo torno a ver sus pupilas llamear; mas no te encuentro a ti, que es tu mirada, unos ojos, los tuyos, nada más.
De mi alcoba en el ángulo los miro desasidos fantásticos lucir: cuando duermo los siento que se ciernen de par en par abiertos sobre mí.
Yo sé que hay fuegos fatuos que en la noche llevan al caminante a perecer: yo me siento arrastrado por tus ojos, pero adónde me arrastran no lo sé.
Fragmento de Rimas, de G. A. Bécquer
y yo
un cariño grande
|