Excepto en abril, el mes de las lluvias mil, ¿quién no ha sentido que últimamente la temperatura ambiental cada día se torna más insoportable? Pues bien, más allá de ser un espejismo o de que los calores de la menopausia hayan hecho su aparición, la Tierra está calentándose cada vez más.
Aunque las alteraciones climáticas producidas en varios puntos del planeta han sido registradas por los científicos desde hace más de cien años, es en las últimas décadas cuando el calor ha entrado en un aumento continuo hasta el punto de generar alarma entre los gobiernos y las organizaciones internacionales. Este calentamiento global se produce por lo que se ha denominado como ‘efecto invernadero��?que, como tal, no es del todo negativo. Éste, en palabras cristianas, se refiere a una especie de manto de gases en la atmósfera que retiene parte de la energía recibida por el sol y permite mantener una temperatura adecuada para que pueda existir vida en la Tierra. Hasta ahí todo va bien.
El verdadero problema comienza cuando, por el aumento en la concentración de gases como el dióxido de carbono, el gas metano o el óxido nitroso –provenientes del uso de combustibles fósiles como el petróleo, el carbón o el gas��?esta especie de manto de gases se vuelve tan denso que impide que la parte de la radiación solar que debe regresar al espacio no lo haga, produciendo así el sobrecalentamiento del planeta.
Por ejemplo, cada vez que los ciudadanos del común quemamos carbón, conducimos autos que funcionan con gasolina, cortamos árboles, malgastamos energía o abrimos una nevera, estamos enviando más y más gases de este tipo a la atmósfera. Actualmente la temperatura promedio de la Tierra es de 15º centígrados. Si no se controla la emisión de estos gases de ‘invernadero��? el clima en el planeta en los próximos cien años será entre 1,4º y 5,8º más caliente que el actual, un aumento que, por pequeño que parezca, sería el más rápido en los últimos 100.000 años y además traería consecuencias desastrosas.
Para ofrecer una idea general de los graves daños ocasionados por este fenómeno podrían tan sólo mencionarse que la mayoría de ecosistemas del mundo, en la tierra o en el mar sufrirían daños irreversibles. Se aumentarían las corrientes de los vientos, cambiaría el régimen de las lluvias y por ende las cosechas se verían afectadas, lo que a su vez derivaría en hambrunas y otras catástrofes: la mayor parte de las especies actualmente en peligro –cerca del 25% de los mamíferos y el 12% de las aves��?podrían desaparecer en las próximas décadas e incluso enfermedades como la malaria o el paludismo se propagarían por el aumento de las temperaturas.