EL CUENTO DE LA SOPA DE PATO
Cierto día, un campesino fue a visitar a Nasrudin, atraído por la gran fama de
éste y deseoso de ver de cerca al hombre más ilustre del país. Le llevó como
regalo un magnífico pato. El Mulá, muy honrado, invitó al hombre a cenar y
pernoctar en su casa. Comieron una exquisita sopa preparada con el pato.
A la mañana siguiente, el campesino regresó a su campiña, feliz de haber pasado
algunas horas con un personaje tan importante.
Algunos días más tarde, los hijos de este campesino fueron a la ciudad y a su
regreso pasaron por la casa de Nasrudin.
- Somos los hijos del hombre que le regaló un pato, se presentaron. Fueron bien
recibidos y agasajados con sopa de pato.
Una semana después, dos jóvenes llamaron a la puerta del Mulá.
- ¿Quienes son ustedes? - Somos los vecinos del hombre que le regaló un pato.
El Mulá empezó a lamentar haber aceptado aquel pato. Sin embargo, puso al mal
tiempo buena cara e invitó a sus huéspedes a comer.
A los ocho días, una familia completa pidió hospitalidad al Mulá. - Y ustedes
¿quiénes son?
- Somos los vecinos de los vecinos del hombre que le regaló un pato.
Entonces el Mulá hizo como si se alegrara y los invitó al comedor. Al cabo de un
rato, apareció con una enorme sopera llena de agua caliente y llenó
cuidadosamente los tazones de sus invitados. Luego de probar el líquido, uno de
ellos exclamó:
- Pero... ¿qué es esto, noble señor? ¡Por Alá que nunca habíamos visto una sopa
tan desabrida!
Mulá Nasrudin se limito a responder: - Esta es la sopa de la sopa de la sopa del
pato que con gusto les ofrezco a ustedes, los vecinos de los vecinos de los
vecinos del hombre que me regaló el pato.
En un momento dado, existe una verdad. Enseguida, todos la quieren conocer, pero
reciben la versión de la versión de la versión de la verdad. Y en el fondo, nada
pueden aprender de ella. Ciertas verdades son la sopa en la cual ya no hay ni sombra del pato.